P. RÍOS
Barcelona
Domingo, 22 de septiembre 2019, 16:53
El Barça vive el momento más preocupante de los últimos años. No lo dicen sólo los números (peor arranque liguero del siglo, el equipo más goleado de la Liga, cinco meses sin ganar lejos del Camp Nou, otro partido sin apenas remates a portería...), sino ... también las sensaciones, todo aquello que va mucho más allá del pobrísimo juego. El equipo de Ernesto Valverde fue todo lo contrario a un equipo de fútbol en Granada. Desorganizado como nunca, sin comunicación en el campo. No ya alejado de su estilo, más bien peleado con él.
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Por primera vez en muchos años se comienza a cuestionar la continuidad de un entrenador en el Barça. Frank Rijkaard (2003-2008), Pep Guardiola (2008-2012), Tito Vilanova (2012-13), Tata Martino (2013-14) y Luis Enrique (2014-2017) acabaron lo que empezaron. Que Ernesto Vaverde cumpla su tercer año de contrato ya no está tan claro. El martes llega un Villarreal en forma al Camp Nou dispuesto a reventarlo todo.
El técnico todavía no sabe qué hacer con Griezmann, desubicado en un ataque al que ya ha vuelto Messi, de momento todavía no de inicio por su falta de ritmo. Luis Suárez evidencia un día sí y otro también que sus mejores días han pasado. El mejor volvió a ser un juvenil de 16 años, Ansu Fati, algo que debería avergonzar a una plantilla tan mediática.
En el centro del campo, De Jong debe comenzar a preguntarse dónde se ha metido. Aquello de que el Barça y el Ajax comparten una misma idea de juego parece una broma. En el equipo azulgrana hace mucho tiempo que no se trabajan los automatismos del juego de posición, nada fluye y cualquier equipo con una presión agresiva tiene premio. Osasuna y Granada, dos recién ascendidos, han puesto colorado al vigente campeón. En Los Cármenes volvió Rakitic a la titularidad y demostró que la incertidumbre sobre su futuro durante el mercado de verano le ha pasado factura. Saberse moneda de cambio en la fallida 'operación Neymar' le ha dejado secuelas anímicas. Busquets, sin minutos el sábado, ya no es intocable y Arthur entra y sale sin orden ni concierto.
Y en la defensa, más de lo mismo. Se fichó a Junior a la carrera cuando todavía es un jugador por hacerse, especialmente en el plano defensivo, y ahora se corre el riesgo de haberle quemado ya como relevo de urgencia del lesionado Jordi Alba. Su error en el primer minuto en el primer gol del Granada le señaló. Semedo lleva tres años en el Barça sin entender el juego azulgrana y Piqué comienza a sembrar dudas serias sobre su concentración futbolística. Se supone que Messi, con más ritmo, volverá a tapar muchas carencias. O quizás ya no. Porque el argentino también tiene un límite.
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