Más confetis que euforia

El Camp Nou no está para fiestas futboleras, ya que aún hoy se estaba recuperando del concierto que ayer dio Bruce Springsteen y por tanto no podía acoger la celebración. El club modificó el recorrido de otras ocasiones y el autobús ha recorrido la distancia entre el puerto y la plaza de España. Una rúa azulgrana que ha hecho las maravillas de la gente, sobre todo los más pequeños y que ha estado marcada por la poca euforia que han transmitido los jugadores. En realidad ha habido dos rúas: una la presencial, en la que unos cien mil culés han agasajado a sus ídolos. Y otra virtual, en las redes, donde los jugadores, desde el autobús, han ido colgando imágenes obtenidas con los móviles. Por momentos, los futbolistas blaugranas han estado más pendientes de sus selfies que de atender las llamadas de los miles de niños que les han aclamado a pie de calle.

Muchas gafas de sol, además entre la plantilla culé, por el sol reinante hoy en Barcelona, o puede que también para ocultar el «fiestón» que Luis Enrique, emocionado luego con el Sporting, les concedió ayer. Se reunieron en un lujoso hotel de la capital catalana y, como dijo Piqué, lo dieron «todo». Ese cansancio ha estado presente en sus caras durante toda la celebración. Los más animados han sido Piqué, Bartra, Neymar y Alves. Piqué y Messi se han dejado ver a ratos. La imagen de los jugadores agarrados a las latas de cerveza no se ha dado esta tarde, lo que puede explicar la poca alegría que han exhibido los futbolistas.

La rúa ha sido espectacular por la cantidad de gente que se ha agolpado en la calle, pero no ha acabado de arrancar en lo que a la animación de refiere. Ha faltado esa chispa que conectara a la gente con sus héroes. Tan sosa, que ni siquiera ha habido los típicos parlamentos que tanto gustan a la gente y con los que pueden, de paso, meterse con el eterno rival, lo que hace las delicias de la hinchada culé. Quizá si ganan la Copa y hay celebración, tendrán oportunidad para ello, aunque está en el aire. La anécdota de color se ha producido al final del recorrido. El autobús tenía que pasar por debajo de un puente, pero no cabía por culpa de la copa de la liga, que chocaba con la altura de la infraestructura. Piqué ha desmontado la Copa y caso resuelto; el vehículo podía continuar unos metros más, donde ya acababa la fiesta.

Alegría a medias

La cuestión es que la historia ha cambiado en las celebraciones azulgranas. En el siglo pasado, el Barça festejaba los títulos en las instituciones oficiales. Acudía a la catedral y más tarde salía al balcón del ayuntamiento y de la Generalitat en la plaza Sant Jaume. Pero el equipo empezó a ganar más y más y la plaza se quedó pequeña. El club abrió la celebración a toda la ciudad e instauró el formato de la rúa, para que la fiesta fuera más accesible y llegara a más gente. Pero no solo el formato ha cambiado. También la frecuencia. El culé se ha acostumbrado a los títulos y la rúa del mes de mayo ya casi forma parte del calendario anual de acontecimientos de la ciudad, como la cabalgata de Reyes. Y además la falta de euforia en el barcelonismo, reflejada en la rúa, se basa en un temor: si el Madrid gana la Champions, la Liga y quizá la Copa, no sabrán tan bien. Es la psicología del barcelonista. Solo es 100% feliz si al Barça le va bien y al Madrid le va rematadamente mal.