Lookman derriba al invicto Leverkusen

Toda leyenda tiene principio y final, pero el epílogo de la maravillosa historia del invicto Bayer Leverkusen llegó en el peor momento, en la final europea con la que podía situarse a un solo paso de una temporada perfecta nunca antes vista. Esta vez no hubo milagro en forma de remontada imposible ante el Atalanta, que hizo el partido perfecto, la única forma de hacer morder el polvo a un rival que parecía imposible de derribar.

La memorable exhibición de La Dea en la presión desnaturalizó por completo al campeón de la Bundesliga, pues anuló a Florian Wirtz, su cerebro, y convirtió su indescifrable circulación de balón en frustrados intentos aislados. Pasó poco en la final, y todo favorable al Atalanta, que se comió al Leverkusen en los duelos individuales y golpeó a través del martillo de Lookman, un tipo tocado por una varita mágica en el momento de la verdad.

Así se resolvió el duelo entre dos equipos de autor, con dos amantes de la pizarra en los banquillos. A la hora de situar las cartas sobre el tapete sorprendió más Xabi Alonso. Puso en escena a sus tradicionales puñales en los carriles, Frimpong y Grimaldo, aunque esta vez con Stanisic como lateral derecho para dotar al neerlandés de total libertad para percutir por el ala diestra. También renunció el español a un punta clásico y se quedó con Wirtz como falso 9 para sorprender a La Dea.

Gian Piero Gasperini fue mucho más previsible, pero su Atalanta dio una lección con una presión asfixiante. La notable movilidad del campeón alemán fue incapaz de contrarrestar el gran obstáculo ideado por los italianos, que apostaron por buscar las espaldas de los zagueros germanos mediante la velocidad de Lookman, la carta ganadora que nadie esperaba.

Estaba incómodo el Leverkusen, con el juego muy próximo a sus dominios. Apenas podía superar el centro del campo ante el hercúleo esfuerzo del Atalanta por cortocircuitar su salida de balón. Percutía La Dea hasta que Zappacosta encontró la grieta por el perfil derecho y la puso al segundo palo, donde el eléctrico Lookman aprovechó el descuido de Palacios para adelantar a los transalpinos.

El gol fue gasolina para el trepidante inicio del Atalanta, que se comió al invicto Leverkusen en un inicio que consiguió torcer el gesto del impasible Xabi Alonso. Solo una estirada puntual del expreso Frimpong, cuyo servicio desaprovechó Grimaldo, permitió respirar al conjunto alemán, que contra viento y marea mantuvo su filosofía de salir jugando pese a la agresividad del rival, que no dudó en recurrir a las faltas para frenar la progresión adversaria.

El panorama era complejo para el teórico favorito, pero se puso mucho más feo después de una maravilla de Lookman. Excelente el nigeriano con el caño a Xhaka y un disparo majestuoso, pegadito al palo abajo para convertir a Kovar en una estatua. El desconcierto seguía siendo el dueño del equipo que esta temporada ha batido todos los récords de partidos invicto, llevando su monumental registro hasta los 51 encuentros.

Al número 52 saltó la sorpresa aunque este Leverkusen esté acostumbrado a salir indemne de situaciones límite de todo tipo. La doble desventaja al descanso, después de un primer asalto en el que el Atalanta ganó prácticamente cada duelo, obligaba al equipo de la aspirina a la enésima vuelta de tuerca.

Xabi Alonso agitó el árbol con la entrada de un delantero al uso como Boniface y retiró a Stanisic para retrasar a Frimpong a su habitual rol como carrilero. Sin embargo, el entusiasmo del Atalanta se mantuvo intacto. Koopmeiners ejemplificó esa vitalidad, tan pronto en la presión y el intento de robo como en la incorporación al ataque.

En algún momento tenía que bajar enteros el físico de los italianos, pero sin la brújula de Wirtz, totalmente anulado por la presión transalpina, al Leverkusen no le quedó más remedio que recurrir a los pases largos y la velocidad de Frimpong, un asidero en mitad de la tempestad. Gasperini detectó el descenso en la energía de los suyos y reforzó la sala de máquinas con el trabajo de Pasalic, un perfil radicalmente diferente al del fino pero menos fiero De Ketelaere.

Trató de reaccionar el conjunto de Xabi Alonso, pero al contrario que en otros desenlaces épicos, esta vez no dio sensación alguna de poder levantarse de la lona a la que lo había llevado la pegada de Lookman. El nigeriano ya era el héroe de la noche en Dublín, pero tras los dos platos principales se sirvió el postre perfecto, con el zurdazo a la red que definitivamente derribó al invicto Bayer Leverkusen. No habrá temporada perfecta ni triplete, pues los designios de una diosa se toparon en su camino.

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