El Real Madrid recibió un correctivo en Alemania que debe servirle como toque de atención de cara a las curvas que se avecinan. La derrota ante el Leipzig, que cercenó la racha de 20 encuentros consecutivos invicto que contabilizaba el equipo de Carlo Ancelotti, ... provocó la llamada a capítulo de Thibaut Courtois a un conjunto que compareció en el feudo sajón desprovisto de la tensión competitiva exigible en cualquier partido de la Champions, sin que sirvan como excusa para ello el hecho de que saltase al césped del Red Bull Arena con el billete para octavos de final de su torneo fetiche garantizado ni las bajas de piezas esenciales como Modric, Valverde o Benzema.
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Aunque el tropiezo no tiene mayor consecuencia que convertir en imprescindible un triunfo la próxima semana del catorce veces rey del Viejo Continente frente a un Celtic ya eliminado de Europa para que el cuadro de Chamartín selle así su condición de cabeza de serie en el sorteo del 7 de noviembre sin depender de lo que suceda en el duelo que librarán los Toros Rojos con el Shakhtar en Varsovia, debe contribuir también a que el Real Madrid haga propósito de enmienda respecto a esa laxitud defensiva que permitió campar a sus anchas a la escuadra de la bebida energética, el reverso amargo del interruptor blanco.
«Salimos dormidos, sin intensidad ni agresividad y lo pagas. Nos lo dijo el míster y aun así salimos mal. Te meten en dos córners. Si te meten el primero no te pueden meter otro. Hoy hemos fallado muchos pases, controles y no ha sido un buen partido. Luego te meten el tercero y te matan en los minutos finales», reprochó al término del choque Courtois, que casi nunca tiene pelos en la lengua cuando el Real Madrid pasa una mala noche.
En lugar de escurrir el bulto, el cancerbero habló sin tapujos, liderando con su parlamento ese espíritu de autocrítica que suele ser un ingrediente imprescindible cuando de corregir errores se trata. Falto de concentración, escaso de energía y víctima de su indolencia en ciertas acciones defensivas que contribuyeron a la tormenta perfecta del Leipzig, el Real Madrid sesteó en su peor partido del curso, lo que provocó la rajada de Courtois, de los pocos que se salvaron de la quema en un litigio en el que realizó tres paradores que evitaron el escarnio visitante en la primera parte.
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«Eso como portero lo vas notando, que no estamos dentro del partido, que notas que en cada duelo... muchos no los hemos ganado por falta de intensidad», explicó el belga, quien aludió a la falta de actitud, al igual que también hizo Camavinga, como una de las causas del traspié. «Un mal día puede pasar, hemos jugado muchos partidos en poco tiempo, pero lo que no puede faltar es intensidad y hay gente en el banquillo si no se puede más», abundó el flamante Trofeo Yashin.
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Los datos del partido ante el Leipzig dan la razón a Courtois. El Real Madrid recibió catorce remates, seis de ellos a puerta. Los blancos perdieron el 62,16% de sus duelos, cuando la media de la temporada les da victoriosos en el 53,19%. Apenas completaron con éxito el 27,59% de los regates que intentaron y únicamente hicieron dos faltas en la primera parte, lo que denota la poca garra que contrapusieron a las embestidas del Leipzig.
Esas desconexiones vienen siendo puntuales en un equipo que, en caso contrario, rayaría la excelencia en los dos meses y medio de curso discurridos. Almería, Espanyol, Mallorca, Osasuna, Shakhtar o Sevilla ya castigaron en su día la relajación en ciertos tramos del Real Madrid, cuyo impacto apenas ha tenido reflejo en los resultados debido a la extraordinaria capacidad de los blancos para abrumar a los oponentes a base de exuberancia física y pegada cuando los reveses que sufren activan un resorte en su mente y sus piernas.
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Sí ha incidido en la cifra de goles encajados por una escuadra cuyo técnico, a diferencia de Courtois, prefirió ver el aspecto positivo y restar dramatismo al primer borrón digno de tal nombre que ha echado el que hasta el momento se ha venido comportando como un escribano casi perfecto. «La derrota iba a llegar antes o después. Duele porque todas duelen, pero unas menos que otras. Nos queda otra oportunidad para ser primeros», aseveró el transalpino, al que ahora le corresponde que sus pupilos interioricen otro de los mensajes que dejó en Alemania: «A veces aprendes más con una derrota que con diez victorias seguidas».
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