La capacidad realizadora cotiza alto en el fútbol. Más allá del orden táctico y del rigor, en los grandes partidos siempre hace falta un plus de calidad ofensiva que decante la balanza a la hora de la verdad. En ese aspecto y en la ... irregularidad de la relación con el gol ha encontrado el Atlético de Madrid de esta temporada su lastre, el punto débil que deja su calificación del curso en un simple aprobado, cumpliendo con su apurado tercer puesto liguero, con unos cuartos de final de Champions que saben a poco después de las ilusiones creadas a raíz de haber dejado fuera al Liverpool y con un batacazo histórico en Copa del Rey ante la Cultural Leonesa.
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Se puede debatir también si la culpa reside en unos futbolistas con la pólvora mojada, en la planificación deportiva y la ausencia de un '9' de primer nivel europeo que eleve la capacidad goleadora de una muy buena plantilla o si los planteamientos de Diego Pablo Simeone tienen algo que ver. Las críticas vuelven a pesar sobre el técnico argentino, al que evidentemente le sigue sobrando el crédito en un club que ha cambiado de arriba a abajo en su larga etapa. Son muchos los que opinan que le faltó apostar antes por el talento de Joao Félix en lugar del despliegue físico de Héctor Herrera o Marcos Llorente, pero es una valoración a posteriori, una vez comprobada la capacidad diferencial del portugués para cambiar el partido.
Lo cierto es que el mediapunta luso y el renacido Yannick Carrasco, que ha regresado del fútbol chino mejor de lo que se fue, parecen ahora mismo los únicos futbolistas capaces de cambiar el paso de los partidos en el Atlético, lastrado por la sequía de Diego Costa y Álvaro Morata, a los que se les ve más en la presión que en labores ofensivas propiamente dichas.
Toda vez que el fichaje del serbio Ivan Saponjic resulta un 'expediente x', pues ha disputado cuatro minutos de juego en dos partidos ligueros, una hora en la debacle copera en León y su nivel dista mucho de ser acorde a la exigencia de este Atlético, en Costa y Morata reside todo el peso goleador del equipo. El hispano-brasileño ha vivido un curso de lo más extraño y lastrado por sus problemas físicos, apenas ha convertido 5 goles en 23 partidos de Liga y 7 de Champions. En cualquier caso, y pese a parecer ya lejos de aquella versión del delantero del Chelsea y de sus mejores tiempos en el Atlético, su capacidad de trabajo le ha servido para superar a Morata. El madrileño presenta mejores números, pues suma 16 goles entre todas las competiciones, pero es tremendamente irregular, tan capaz de ver puerta en seis partidos consecutivos como de no hacerlo en los seis siguientes.
Los registros hablan a las claras de una de las delanteras menos realizadoras de entre los grandes equipos de Europa, una losa demasiado importante en la pelea por la Champions. Sin un sostén goleador importante en la posición de delantero, ni la mediapunta, ni las alas, ni el centro del campo destacan tampoco por una aportación realizadora importante, más allá de Joao Félix, con 9 goles, y Ángel Correa, autor de 7 tantos entre todas las competiciones y una baja importante en Lisboa por su positivo por Covid-19. Además, en el José Alvalade se echó de menos la profundidad de dos carrileros con buen pie como Kieran Trippier y Renan Lodi, que apenas pisaron campo contrario, todo lo contrario que sus homólogos en el Leipzig, Konrad Laimar y Angeliño, y confirmaron una tendencia de más a menos en la temporada.
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Además de en la relación con el gol, el Leipzig se impuso al Atlético con una frescura de piernas superior, algo que no se esperaba. El equipo de Julian Nagelsmann, un auténtico galimatías táctico capaz de mutar en cualquier fase del partido, unió precisión y velocidad en el toque de balón y superó con rotundidad en pases a un rival obligado a desgastarse físicamente en una presión ineficaz, pues tal y como explicaron con claridad Saúl y Koke tras el partido, la impresión era la de llegar un segundo tarde a cada pase germano.
Falta de gol, irregularidad, ausencia de profundidad y una presión ineficaz fruto quizás de la ausencia del fondo físico que sí demostró el Atlético en Liga. Demasiados problemas ante un rival engañoso, mejor como bloque de lo que puedan decir los nombres, y esa dosis de mala fortuna que parece acompañar siempre a los rojiblancos en Champions, pues Marciniak bien pudo haber indicado penalti en una zancadilla sobre Saúl en el área alemana y el disparo de Adams que decidió el duelo bien podría no haberse envenenado al tocar en la zaga colchonera.
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