Rodeada de amigos, familiares y gente querida, Celsa García Robles, en su patria chica, La Vecilla, vivió un momento histórico: España era campeona del mundo de fútbol. La leonesa, una de las pioneras en el balompié femenino nacional, no pudo evitar llorar de emoción ... al ver como España se colocaba la estrella que le acredita como campeona mundial.
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«Fue algo muy emocionante», recuerda García Robles, quien fuese internacional con España en la década de los 90. «Te vienen muchos recuerdos desde antes de la final, pero durante el partido estaba sólo centrada en lo que pasaba en el campo», explica.
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Pero esos recuerdos eran inevitables con el pitido final, con el gol de Olga Carmona o con el momento de levantar el trofeo de campeonas del mundo. «Me acordé de mi etapa en la selección y de todo lo que viví con mis compañeras, de todo lo que trabajamos para abrir camino», señala Celsa.
Y también tuvo palabras para sus entrenadores, como Pedro Pablo, Eloy Alonso o Félix Llamazares, que creyeron en ellas y «tiraron de nosotras»: «Les decían que no entrenaban futbolistas, que entrenaban chicas».
Porque aquel fútbol, insiste Celsa, era «muy diferente», en el que el entrenador «hacía todo» y no había un cuerpo técnico como el actual, con ayudantes, equipo médico, fisioterapueta… «Los equipos catalanes, vascos y madrileños estaban muy asentados, nosotras íbamos de novatillas y fuimos aprendiendo. No era fácil, era otra historia», expresa García Robles.
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Porque la gran diferencia para la leonesa es que, cuando comenzaban a entrenar de una forma más ordenada, «pasábamos de jugar al balón a jugar a fútbol». «Sobre todo, trabajábamos la táctica y la técnica y era una labor que tardaba más en plasmarse».
La exfutbolista leonesa siempre fue optimista, incluso tras el tropiezo ante Japón de la selección española, pero especialmente tras el triunfo (5-1) ante Suiza en octavos: «Siempre vi al equipo muy centrado, pero no me creía que pudieran ganar el Mundial hasta ese partido».
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García Robles se queda con «todo el equipo» y destaca a jugadoras como Olga Carmona, Jenni Hermoso o Aitana Bonmatí «que para mí es como Iniesta», pero, ante todo, con «la capitana sin brazalete» Irene Paredes: «Marcó la pauta desde atrás, en silencio».
«Me siento y nos sentimos pioneras», recalca García Robles: «Para ser campeonas del mundo, todas formamos parte de ese camino. Esos primeros pasos fueron muy duros, pero marcamos unas pautas que ahora han llegado a este campeonato del mundo».
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¿Su deseo? «Que este tirón se mantenga, que los equipos lo acompañen y que, sobre todo, en las provincias pequeñas, demos ese paso adelante. En León ya va siendo hora: hay potencial y ojalá pronto haya una nueva internacional».
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