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Las horas previas a lo que debería ser una gran y colorida fiesta del fútbol, el punto final a una gran Eurocopa en el plano futbolístico, se transformaron por culpa de los 'hooligans' en tensión, miedo y vandalismo. El supuesto paseo olímpico que une la ... parada de metro Wembley y Park con el gran templo del fútbol británico se tornó en un camino del terror intransitable.
Además de saltarse todos los protocolos anticovid, con aglomeraciones de gente sin mascarilla, decenas de radicales bajo los efectos del alcohol se comportaron como energúmenos. Se dedicaron a arrojar a los transeúntes todo lo que pudieron, desde piedras, latas, botellas de cerveza, hasta mochilas y conos de señalización. También se produjeron intentos de avalanchas de hinchas violentos sin entrada que quisieron colarse en un recinto con un aforo en la final de 65.000 espectadores, el mayor en el Reino Unido desde la pandemia.
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Las vías peatonales se hallaban cubiertas de residuos y de cristales de botellas rotas. Humo, bengalas y tímida presencia policial... Adentrarse por ahí camino de Wembley ya cinco horas antes de que comenzase la gran final entre Inglaterra e Italia, era como internarse entre miles de ultras. Un peligro que la UEFA no debería consentir.
Durante el día, ya el ambiente estuvo caldeado. Mientras en el templo de Wembley se ultimaban todos los detalles para bajar el telón de la Eurocopa y en el Viejo Continente se teme por la expansión de la variante Delta del covid-19, Londres se echaba a la calle para celebrar una jornada grande. Miles de jovenes se congregaron desde primera hora de este domingo en los pubs. Nada mejor que comenzar el día con un típico desayuno inglés, a base de huevos fritos, bacon, salchichas y un poco de tomatito y champiñón para disimular el homenaje al colesterol, bien regado con pintas de cerveza. El día iba a ser largo y el cuerpo se preparaba para un maratón de alcohol, tabaco y otras hierbas, terapéuticas o no.
Para lo que es Inglaterra, el clima acompañaba, con alternancia de sol y nubes y temperatura muy agradable de 20º. Cuentan los lugareños que había más ambiente incluso que en los principales días festivos de Inglaterra, que son San Patricio (17 de marzo), los Santos Inocentes (1 de abril), San Jorge (23 de abril), Halloween (31 de octubre) y el Carnaval de Notting Hill en los fines de semana de agosto.
Como en cada uno de los seis de siete partidos que la selección de Gareth Southgate ha disputado esta Eurocopa en Wembley, los jóvenes, y no tan jóvenes, se citaron en los puntos neurálgicos de la capital. Las zonas de seguidores levantadas por la UEFA en Trafalgar Square y junto al Puente de la Torre de Londres, eran las más concurridas.
Llamaba la atención el Pub The Globe, junto al metro de Baker Street. Sitio de quedada de los 'hooligans' o hinchas radicales desde bien tempranito para beber, gritar, cantar, insultar a quien pasase por la calle y osara mirarles y hacer volar latas y botellas de cerveza. Desde allí, el desplazamiento a Wembley es sencillo, línea directa y dos largas paradas en el 'underground'.
Los más tranquilos prefirieron amenizar la espera en familia. Visita a alguno de los maravillosos parques londinenses, con un césped bien segado, liso y rápido, que ya lo quisiera para sí La Cartuja. Antes de concentrarse en sus domicilios o en los pubs, si es que tenían reserva hecha con mucha antelación, partidillos muy animados en Hyde Park y Regents Park. Mucho niño ataviado con la camiseta de los 'Three Lions'. En el célebre mercadillo dominical de Candem Town, un sinfín de puestos con bufandas, gorros, camisetas y, sobre todo, las tradicionales banderas con la Cruz de San Jorge.
Este ambiente debió espolear a los integrantes de la selección, que ya pudieron constatarlo el sábado, cuando hinchas enfervorizados, agitando banderas y entonando cánticos, asistieron a su salida de su lugar de concentración. «Ver a aficionados en la calle y el recibimiento que nos han reservado cuando llegamos al hotel, y cuando dejamos St George's Park, muestra hasta qué punto estamos ante una oportunidad que es enorme», valoró el capitán inglés, Harry Kane.
La prensa se volcó en el partido: «El orgullo de Inglaterra, tituló el 'Sunday People' en su portada, en la que aparecen el seleccionador Gareth Southgate, sus jugadores y un león rugiendo, mientras que la edición dominical del 'Mirror' hizo un juego con el apellido de Kane, titulando »We Kane Be Heroes« (Podemos ser héroes). El capitán inglés, representado como un general romano, apareció también en la portada del 'Daily Star': »Todo un país orgulloso os mira, muchachos, ¡ha llegado la hora de entrar en la historia!«.
En Italia, la euforia era algo más contenida en sus diarios, aunque 'La Gazzetta dello Sport' animó a su Nazionale: «¡Hacedlo!». 'Il Messagero' dijo que «Europa anima a Italia» y 'La Stampa' que «Italia sueña».
En el Reino Unido, que sufre en estos momentos por la expansión de la variante Delta, más agresiva y contagiosa, la Eurocopa ha supuesto un paréntesis deportivo que muchos esperaban prolongar en la noche londinense. Eso generó enorme preocupación y alerta en las autoridades locales por la situación sanitaria.
Acabado el choque, unos llorarán de alegría, otros de decepción. El pronóstico era difícil, entre dos selecciones de primera línea, dos grandes países de tradición futbolística. «Hay mucha pasión por el fútbol en Inglaterra, como la hay en Italia», anticipó el sábado el seleccionador italiano, Roberto Mancini.
En torno a 65.000 seguidores acudieron a las gradas de Wembley, más que nunca desde la pandemia. Desde los prolegómenos, sonaron repetidamente las canciones «Football is Coming Home», himno de la Eurocopa de Inglaterra-96, y el conocido «Sweet Caroline» de Neil Diamond Temas. Temazos entonados, o más bien desafinados, por esos miles de 'supporters' con las gargantas rotas.
En el recinto del noroeste de Londres, la mayoría del público era inglés, pero 10.000 'tifosi' italianos, de ellos solo la décima parte llegados desde su país, también se dejaron notar. «Wembley puede asustar a cualquiera, salvo a nosotros, los italianos. En las dificultades, cuando todo el mundo está en nuestra contra, somos más fuertes», subrayó la víspera el exdefensa internacional Marco Materazzi, en 'modo gladiador', en 'La Gazzetta dello Sport'.
Difícil que los italianos pudieran hacer más ruido que la marea roja y blanca de Inglaterra, en un país que soñaba con lograr su primera Eurocopa y el segundo gran título de su selección, tras el Mundial-1966, ganado contra los alemanes, también en Wembley.
«Hace 55 años tuve la suerte de entregar la Copa del Mundo a Bobby Moore y vi lo que significó para los jugadores, cuerpo técnico y personal alcanzar y ganar la final del máximo torneo internacional de fútbol», escribió la reina Isabel II en un mensaje enviado el sábado para desear suerte al equipo inglés.
El seleccionador Gareth Southgate no había nacido en aquel 1966 y sabe bien lo que suponen las decepciones de la selección inglesa durante décadas. Él mismo falló un penalti en la semifinal de la Eurocopa-1996, cuando Inglaterra era anfitriona y quedó apeada por Alemania en esa ronda, en puertas de la final.
Desde el final de la primera fase, «hemos tenido la oportunidad de escribir una página de historia en cada partido», declaró el sábado el técnico británico, considerado un 'gentleman'. «Los jugadores lo han hecho y estamos impacientes. Es un partido genial a ante un adversario brillante, técnicamente muy bueno, muy organizado. Es un súper reto para nosotros», apuntó la víspera.
Tras el trauma de no clasificarse al Mundial-2018, Italia realizó una gran renovación interna y seduce de nuevo con su juego. El reto, lograr su segunda Eurocopa, tras la lejana de 1968, y su primer gran título desde el Mundial-2006, donde levantó su cuarta Copa del Mundo. En la Eurocopa de 2012 ya llegó a la final, pero entonces fue barrida (4-0) por España. Italia se presentó en el ser o no ser de Wembley después de 33 partidos seguidos sin perder, un récord para la 'Nazionale'. Todo era posible.
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