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España descargó ayer toda su furia contra la débil Eslovaquia, inmisericorde con un rival incapaz de ofrecer la más mínima resistencia ante una selección desatada y reconciliada con el gol. Es justo lo que necesitaban los hombres de Luis Enrique, una victoria clara y contundente, ... una goleada histórica -es la primera vez que meten cinco en una fase final de la Eurocopa- para rearmarse de confianza de cara a octavos ante Croacia. Todo salió a pedir de boca en una tarde en la que La Roja sometió a los centroeuropeos de principio a fin. Fue como pasar de la nada al todo en el apartado anotador, de padecer una sequía a darse un festín en el área de Dúbravka. Es una de las seis goleadas más abultadas registradas en el torneo continental junto al de Holanda-Yugoslavia (6-1), Suecia-Bulgaria (5-0), Francia-Bélgica (5-0), Dinamarca-Yugoslavia (5-0) y aquel España-Italia (4-0) en la final de Kiev.
Soplaban vientos de cambio en Las Rozas, que finalmente se tradujeron en cuatro novedades en La Cartuja. Los empates contra Suecia y Polonia empujaron a Luis Enrique a realizar una pequeña revolución en el once inicial, en el que la gran sorpresa fue la ausencia de Marcos Llorente. Como era de esperar, César Azpilicueta se acomodó en el lateral derecho, pero el 'todocampista' del Atlético no solo no avanzó su posición hasta la sala de máquinas, su hábitat natural, sino que se quedó en el banquillo. Una decisión controvertida del asturiano, pero que salió a las mil maravillas. Todo funcionó como un reloj suizo. También sentó a Pau Torres para dar entrada a Èric Garcia, quien no tuvo trabajo. Busquets, imperial en la salida de balón y distribución, el MVP del duelo, recuperó su rol de ancla en detrimento de Rodri y Sarabia mejoró las prestaciones de Dani Olmo. Gerard y Morata repitieron arriba, este último convertido de nuevo en protagonista negativo al fallar un penalti.
Había que frotarse los ojos y pellizcarse para comprobar que no era una ensoñación, un espejismo provocado por las altas temperaturas de Sevilla. El portero Dúbravka legó ayer a la historia de las Eurocopas uno de los autogoles más estrambóticos que se recuerdan y que sirvió para que España abriera la lata. Sarabia envió un misil al larguero, el balón caía con nieve y entonces el meta eslovaco lo remató a la red como si fuera un jugador de voleibol. ¡Ver para creer! La Cartuja reía y el pobre hombre estaba hundido en la miseria. El regalo le vino de perlas a La Roja, que se encontró con ventaja en el marcador y a partir de ahí comenzó a escribir la sentencia en forma de una goleada memorable y cargada de simbolismo.
Pablo Sarabia estrenó ayer titularidad en esta Eurocopa y lo hizo con un auténtico partidazo. Luis Enrique decidió activar de inicio al extremo del PSG y dejar en el banquillo a Dani Olmo. Acertó de pleno, un movimiento que permitió al madrileño brillar con luz propia. Autor de un gol, participó además en tres de los cinco tantos de España. Primero estrelló en el larguero el remate que Dúbravka metió en propia puerta, luego anotó en la segunda parte a pase de Jordi Alba y finalmente asistió para que Ferrán Torres marcase de un soberbio taconazo nada más salir. De hecho, lo hizo a los 45 segundos de saltar al terreno de juego. Sarabia destapó el tarro de las esencias y pide a gritos la continuidad en los planes de su técnico.
Aymeric Laporte vivió ayer tranquilo en La Cartuja. Apenas tuvo trabajo en una defensa con dos novedades: Azpilicueta y Éric García. Eslovaquia no remató ni una sola vez entre los tres palos. Sí lo hizo el central de Agen, quien marcó el segundo de la selección en el tiempo añadido de la primera parte (45+3). Fue un gol que sentenció el partido y dio la calma necesaria para soltarse en la reanudación y pasar por encima de un rival inexistente, que no reaccionaba a pesar de todas las bofetadas que se había llevado. Está claro que Laporte es indiscutible para Luis Enrique, quien le ha dado todos los minutos de esta Eurocopa.
España desplegó su mejor fútbol cuando se jugaba su pase a los octavos de final. Es verdad que Eslovaquia no puede ser una vara de medir fiable porque se trata de una selección justísima de calidad y recursos. Pero la superioridad de La Roja, más allá de la 'manita', fue abrumadora: 17 remates por los 3 de su rival, 62% de posesión, 689 pases por los 363 de los eslovacos y hasta corrió siete kilómetros más (107 por 100). Todo ello sazonado con cinco goles de todos los colores.
Una de las pocas pegas que pueden ponerse al partidazo de España fue el penalti fallado por Morata (m.11) con el 0-0 en el marcador. Es la quinta pena máxima seguida que falla La Roja.
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