Secciones
Servicios
Destacamos
La víspera del duelo contra Croacia, Luis Enrique reunió a sus jugadores en el círculo central del estadio de Copenhague y les preguntó, uno por uno, si creían que iban a disputar el encuentro. Fue un cuestionario atípico y las respuestas no trascendieron. Tal vez ... era lo de menos, porque el técnico solo buscaba dejarles claro que, fuera cual fuera el once titular, al césped saltaría la mejor selección. Contaba con todos, todos eran igual de importantes. Ellos le respondieron en el campo con una vibrante goleada. Sirve el gesto como ejemplo de la capacidad de motivación que tiene el asturiano sobre su grupo, del que se ha autodefinido como líder sin desviarse ni un ápice de su credo. Pese al dubitativo comienzo, blindado frente a las críticas, con un equipo de fieles abrazados más que nunca a su doctrina y a los que protege sin medida, ha colado a su piña en cuartos. Le está saliendo la apuesta.
Esta Eurocopa no se presentaba como una tarea sencilla para él. Tras la época gloriosa de los títulos, le ha tocado afrontar la renovación de La Roja con futbolistas con mucho talento, pero jóvenes e inexpertos, y lo hace en base a una estrategia donde los nombres propios trabajan siempre en favor del equipo. Y mientras se reinventan, no dejan de competir. En cierto modo, y salvando las distancias, su plan recuerda a la selección de Javier Clemente. En aquella también el técnico era el faro, el referente y el paraguas que cobijaba a sus elegidos en las malas horas. En una reciente entrevista en 'Mundo Deportivo', el baracaldés lo explicaba así: «Yo formé un equipo como si fuera un club, no una selección, e hicimos un grupo fantástico. Una piña. Cuando había críticas, yo defendía a esos jugadores».
Así sucede ahora con futbolistas como Álvaro Morata. El delantero más cuestionado del fútbol nacional es indiscutible para Luis Enrique. Tras los dos primeros empates, podía haber cedido a la presión y dar el protagonismo a Gerard Moreno. ¿Qué ha sucedido tras los choques frente a Eslovaquia y Croacia? Que el delantero del Villarreal se ha caído de la titularidad y Morata, después de un derroche de esfuerzo, anotó el lunes el 4-3 en la prórroga. «Álvaro es capaz de generar superioridad, darte continuidad, defender como si fuera un central, dominar el juego aéreo, tiene gol, potencia física... Hay que valorar mucho lo que significa tenerle en la selección», le aplaudió.
Algo parecido se puede decir de Unai Simón. El seleccionador tiene una fe ciega en el guardameta del Athletic. Sabe lo que le aporta bajo palos y admira su juego con el pie, ese que le traicionó en la desafortunada jugada del primer gol croata. Pero Simón no se hundió; se sobrepuso, supo dar la vuelta a la situación y terminó siendo clave por sus aciertos. «Ha demostrado que, después de un error, es capaz de hacer paradas increíbles», le elogió Luis Enrique.
En su credo hay más nombres propios y abarcan casi todas las líneas de La Roja. Su lista ya se alumbró con reparos. La decisión de no convocar a un emblema como Sergio Ramos por las dudas que generaba su condición física le reportó duras críticas. Sin el gran capitán madridista ni Iñigo Martínez, apostó por una línea de centrales experimental. Porque Laporte y Pau Torres, además de debutantes en un torneo internacional, son zurdos. Pero a Luis Enrique le parece una idea interesante por la solvencia que le dan en la salida del balón. «No somos un equipo que sepa meterse atrás. Selecciono a los jugadores en función de su poderío técnico, no físico», explicó, tras dejar atrás a los croatas, para justificar la falta de oficio defensivo en los minutos finales de los noventa reglamentarios.
Aunque Laporte crece como líder en cada partido, no desaparece esa sensación de que España sufre y parece vulnerable cuando no tiene el balón para defenderse. Sin embargo, es la forma que tiene este grupo de potenciar su competitividad, un estilo que Luis Enrique ha heredado de sus anteriores clubes. ¿Recuerdan aquel Celta tan alegre que marcó 50 goles y encajó 58 en un curso?
Aquí surgen otros dos nombres indiscutibles: Busquets y Pedri. El primero es su mariscal de campo, el tipo que pone orden y aporta visión de juego. Cuando dio positivo por covid, al seleccionador se le vino el mundo encima. Perdió a su guía y se evidenció con la falta de ideas ante Suecia y Polonia. Luis Enrique decidió esperarle, abrazar su vuelta y devolverle galones en cuanto pudo. Resultado: España ha marcado diez goles y el capitán ha sido MVP en los dos encuentros. ¿Casualidad? Junto a la sabíduría del veterano, el desparpajo del joven. Porque Pedri se ha acreditado como una pieza indiscutible, el gran descubrimiento de La Roja. Y con 18 años.
Un último apunte fundamental, el ya citado de la confianza. A la Eurocopa se llevó a 24 futbolistas; no cubrió la cuota de convocados, porque prefiere trabajar con un grupo donde todos estén listos para correr. Así ha sido. En los laterales empezó con Marcos Alonso y Jordi Alba y contra Croacia formó con Azpilicueta y Gayà; en los extremos, una de las zonas de más desgaste en su esquema por la movilidad que les exige, han rotado Ferrán, Dani Olmo, Sarabia, Oyarzabal... Y todos aportan. Todos han asumido el compromiso.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.