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Pese a su habitual socarronería en la previa, Luis Enrique sabía que se la jugaba. Ante Eslovaquia en La Cartuja y con un oído puesto en las noticias que llegasen desde San Petersburgo. El tempranero gol de Suecia aliviaba. El penalti fallado por Morata ... a continuación recrudecía el padecimiento. El regalo de Dubravka despertaba el júbilo. El tanto de Laporte desataba la euforia. La diana de Sarabia aventaba el sosiego. El taconazo de Ferran Torres provocaba el delirio. Con el autogol de Kucka afloraba la risa floja. El cañoneo de Lewandowski consumaba la felicidad plena. El zarpazo de Claesson la atemperaba. Una montaña rusa emocional. Nada nuevo bajo el sol. La canícula, por cierto, apretaba con fuerza. Faltaba más. Era Sevilla. El asturiano sudó el polo desde la banda. Indicaciones, aplausos, reconvenciones, celebraciones… Dando el cien por cien. Una vez pasado el trance, el timonel de La Roja exudaba confianza. «En la previa decía que estaba a punto de descorcharse el cava, pues hoy se ha descorchado», proclamó.
Reconoció que lo pasó mal al principio. Pero del sufrimiento pasó a la alegría conforme fueron cayendo los goles en cascada. «Los primeros 15 minutos no entraba, pero cómo no voy a estar contento. Los jugadores y sus familiares se han dado un alegrón y los que formamos la federación y el staff también«, indicó el gijonés, respaldado por varios de sus seres más cercanos en las gradas de La Cartuja. «Compartirlo con los tuyos es lo más bonito. Nosotros tenemos un staff muy potente y el ambiente es muy bueno».
Puso en valor la resiliencia del vestuario para surfear las embravecidas olas que ha tenido que afrontar desde días antes de que comenzase el torneo. «El grupo ha demostrado que está preparado para superar dificultades», recalcó el seleccionador español, que enfatizó que no se habían «quejado de casi nada, salvo del campo». «Pese a que la concentración ha tenido componentes negativos, no hemos sobrepuesto», incidió.
El técnico atendió a los micrófonos de Mediaset con una camiseta de 'Naranjito' a modo reivindicativo tras días en los que le llovieron las críticas. El peaje del cargo que ostenta en un país que muda del infierno al cielo en un suspiro. «Esto nos ha dado un chute grande de energía y estamos deseando que llegue el lunes», aseveró Luis Enrique, que minutos después de recibir un nuevo espaldarazo del presidente de la Federación, abundó en la línea del martes. «Estoy más cerca de renovar, aunque tengo contrato hasta el Mundial», recordó.
Hasta tuvo tiempo de responder a Rafael Van der Vaart, el exfutbolista neerlandés que aparece en el póster de Iniesta en Johannesburgo. «Forma parte de la profesión. Alguna crítica se cae por su peso, como la de este señor. Croacia no estará muy contenta, lo que no quiere decir que no nos pueda pintar la cara». Eso sí, no quiso lanzar las campanas al vuelo ni sacar demasiado pecho. «El halago debilita. Seguro que hay cosas que mejorar. Ahora es cuando hay que decir que se han hecho cosas mal», finalizó.
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