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P. RÍOS
Jueves, 10 de junio 2021, 00:11
Un elegido con 18 años para el fútbol es este joven llamado a marcar una era. Lo hace todo con criterio, con balón y sin balón. Y a la hora del pase, ve huecos imposibles para la mayoría de los jugadores.
Pedri González (Tegueste, Tenerife, 25 de noviembre de 2002) llegó con 17años al peor Barça que se podía encontrar para mostrar el talento que ya había exhibido en la UD Las Palmas en Segunda División en un entorno mucho más favorable. Si una promesa suele ... necesitar tranquilidad y paciencia para ir entrando poco a poco en cualquier equipo, en un grande con la presión del club azulgrana más todavía. Y en plena crisis deportiva e institucional, con Messi enfadado y pidiendo salir... Nada más aterrizar ya escuchó hablar de una posible cesión lejos del Camp Nou para foguearse. El propio Ronald Koeman abrió la puerta a esa posibilidad. Pero, claro, el técnico holandés había hablado así antes del primer entrenamiento. Cambió de idea pronto: bastó con verle en un par de sesiones. Y ha acabado la temporada siendo el jugador de la plantilla con más partidos disputados: 52 de 54, la gran mayoría como titular. Increíble. Consciente de que le había exprimido al máximo, por encima de lo aconsejable, cuando ya no hubo nada en juego el entrenador le mandó a casa de vacaciones con dos semanas de antelación para que se oxigenara de cara a la Eurocopa.
Con Luis Enrique le ha pasado algo parecido que con Koeman. Le llamó por primera vez para los partidos de marzo más como premio a su gran temporada que como apuesta real, pero cautivó al seleccionador de tal manera que ha entrado en la lista de la Eurocopa por méritos propios y sin generar ningún tipo de polémica. Todo el mundo ve en él al sucesor en la posición de interior del toque de Iniesta, Xavi, Cazorla o David Silva. Quizás sea pronto para que tenga minutos o sea titular, pero no es de los que desaprovechan las oportunidades.
De Pedri dicen los sabios del fútbol que las retransmisiones televisivas y los estadios vacíos no hacen justicia a su fútbol. Hay que verle moverse desde lo alto de un campo, con todas sus dimensiones al alcance de la vista, para entenderlo. Es un elegido para este deporte y no necesita abusar de acciones muy vistosas para ser vital para su equipo. Es de los que se mueven con inteligencia, con un sentido táctico innato y un conocimiento del juego que le podría equiparar a unos de esos jóvenes maestros prematuros del ajedrez. Lo hace todo con criterio, con balón y sin balón. Y, evidentemente, tiene que mejorar muchas cosas, especialmente la incidencia en las jugadas ofensivas, el último pase e incluso el remate. Tiene que soltarse en ese sentido. Lo hará. Y puede que sea en esta próxima Eurocopa.
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