La consagración tardía de una joya del Madrid

Porque la de Sarabia ha sido una consagración mucho más tardía de la que apuntaba cuando ingresó en La Fábrica para convertirse en una de las grandes joyas de la cantera del Madrid. Intuitivo, con buena visión de juego, olfato para el pase e instinto goleador, fue uno de los principales referentes de aquel Madrid Juvenil que tuvo un tránsito arrollador con un puñado de promesas hoy asentadas en la élite como Lucas Vázquez, Morata o Carvajal, entre otros. Pero a diferencia de estos, su paso por el primer equipo fue testimonial, limitándose a unos pocos minutos que Mourinho le concedió en un encuentro de Champions frente al Auxerre, sustituyendo a Cristiano.

Tuvo que ser en Getafe donde refrendase las extraordinarias condiciones que habían llamado la atención en su etapa formativa y, sobre todo, en el Sevilla, equipo al que llegó por petición de Unai Emery, si bien sería el argentino Jorge Sampaoli el que le daría el empujón definitivo a este habilidoso extremo que adopta su espíritu verdaderamente dañino cuando pisa área. Firmó 43 tantos y 38 asistencias en 151 partidos con el conjunto hispalense, datos que ratificaron la gran relación con el gol de este zurdo al que Robert Moreno concedió la alternativa con la absoluta en septiembre de 2019, cuando acababa de incorporarse al faraónico proyecto del PSG.

Los sucesivos tropiezos en la Liga de Campeones habían convencido a la propiedad catarí de la necesidad de reforzar una plantilla en la que deslumbraban sus rutilantes estrellas con piezas complementarias que le diesen un impulso competitivo, y Sarabia, soldado fiel, encajó como un guante. Siempre a la sombra de Neymar, Mbappé o Di María, este esquiador frustrado, amante de los animales y asiduo practicante de pádel con la cabeza muy bien amueblada ha sabido aprovechar sus oportunidades en el equipo de la ciudad de la luz para convertirse en un valioso revulsivo.