El portero rumano Ciprian Tatarusanu.
PARTIDO INAUGURAL

El enorme cerrojo rumano

Con casi dos metros de estatura y sólo dos goles encajados en la clasificación, Tatarusanu asume el reto de frenar a Francia

Ignacio Tylko

Jueves, 9 de junio 2016, 16:59

Tradicional vivero de las grandes ligas pero desfigurada por una crisis de juego, estilo e identidad que le ha dejado fuera de las competiciones internacionales durante ocho años, la equilibrada y coral Rumanía, construida por el veterano técnico, senador en el Parlamento y general Anghel ... Iordanescu, sale a escena confiando en su solidez defensiva, avalada por un portero como Ciprian Tatarusanu, con más presencia que fama.

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Millones de miradas de todo el mundo se focalizarán este viernes en este gigante de casi dos metros de estatura que encarna los valores de los guardametas tradicionales por su envergadura y sobriedad. En una selección obsesionada con el orden y alejada de esa generación de oro que lideraron los Gicas, Hagi y Popescu, en la década de los 90, el portero y el central del Nápoles Vlad Chiriches son sus emblemas. Junto al lateral izquierdo rayista Razvan Rat, son de las contadas excepciones de internacionales rumanos de hoy que compiten en los principales torneos continentales.

Admirador del exportero rumano Bogdan Stelea y en la actualidad del belga Thibaut Courtois, Tatarusanu disputa en el Stade de France el partido de su vida. Asume el reto de intentar frenar a la poderosa Francia, ante sus incondicionales y en París. Una presión a la que Tatarasanu asegura no temer. Se siente un veterano, ya con 30 años, y acostumbra a disputar partidos de cierta enjundia al defender el marco de la Fiorentina en la Serie A, pero nada es comparable con el estreno en una Eurocopa.

«Eficaz antes que espectacular»

«Sólo podemos ser espectaculares si estamos seguros de ser eficaces al mismo tiempo». Esta sentencia, pronunciada por Tatarusanu en el periódico rumano Libertatea, define el carácter de este tipo humilde al que no le gusta aparecer en la foto y que muestra una discreción impropia en los futbolistas de élite.

Nacido en Bucarest, se forjó en la vieja escuela del Steaua, aunque sus inicios discurrieron por los humildes Juventus de la capital rumana y Gloria Bistrita. Llegado al equipo viola en 2014, sufrió un costoso período de adaptación a las exigencias del calcio que le supuso una dura temporada en el banquillo. Perseverante, paciente y esforzado, supo esperar hasta la salida del brasileño Neto para erigirse en figura indiscutible en la Fiore.

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Su timidez fuera de los terrenos de juego contrasta con el carácter y liderazgo que transmite dentro del campo. Empero, sus críticos le achacan una dificultad para jugar con el pie que generó dudas sobre su inmensa figura, a pesar de que sólo ha encajado dos goles en los 10 partidos de la fase de clasificación para la Eurocopa.

«Su temporada en Italia ha sido anodina», concluyó Giovanni Galli, antiguo guardameta de la Fiorentina y de la Nazionale. «En tres años, cuando preguntes a un aficionado quién era el portero viola en esta campaña, tendrá difícil responder porque no tendrá ningún recuerdo», lanzó Galli en jugosas declaraciones al periódico Corriere dello Sport.

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Una estatua

Una opinión que contrasta con la del alcalde de la capital toscana, Dario Nardella, quien después de un gran partido del cancerbero rumano ante el Nápoles (1-1), propuso a través de las redes sociales «una estatua para Tatarusanu».

En momentos de dificultad, el guardián rumano también recibió el respaldo público de su compatriota y polémico exjugador de la Fiorentina, Adrián Mutu, quien lo calificó como «un gran portero». «El único que hay mejor que él en la Serie A es Buffon», añadió, contundente.

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En buena parte gracias a las intervenciones de Tatarusanu, capaz de relegar al banquillo al más mediático Costel Pantilimon, ex del Manchester City hoy en el Watford, los rumanos no perdieron partido alguno, aunque empataron tantos como ganaron en un grupo flojo, con Irlanda del Norte, Hungría, Finlandia, Islas Feroe y Grecia como rivales.

El cerrojo rumano mostró sus credenciales en el amistoso (0-0) que enfrentó a su selección con España, el pasado 27 de marzo en Cluj. Una cita histórica para el azulgrana Sergi Roberto, ya que debutó con La Roja, y para Iker Casillas, que disputó su partido internacional 166 y batió el récord europeo de presencias que poseía el letón Vitalijs Astafjevs.

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En la víspera de su estreno en el gran torneo continental, Tatarusanu advirtió a los anfitriones de que selección no está en Francia de comparsa. «Deseamos empezar ya un torneo que supone un honor disputar. Sabemos de la calidad técnica de los franceses, pero creemos que si jugamos con determinación y concentración, podemos ganarles y darles un disgusto», subrayó durante la conferencia de prensa ofrecida en Saint-Denis, junto al seleccionador y dos compañeros. Centrado en el deporte, no piensa en el riesgo de atentados y destaca que «las autoridades han hecho todo lo posible para estar seguros».

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