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El defensa central leonés Diego Bardanca ha sido el protagonista de deporte(n)vivo, donde ha repasado su carrera, con innumerables experiencias en el extranjero y un nuevo destino en ciernes, aunque la pandemia está dificultando su llegada a un nuevo club... y a un nuevo país.
El leonés, que afirma tener siempre «la maleta medio hecha», se despidió de su últmo club, el Puscza Niemolomice polaco en noviembre. «Tuve una lesión de la que me vine a recuperar a León y se fue complicando hasta salir del equipo. Empecé teniendo la confianza de entrenador, pero este contratiempo lo truncó», ha señalado.
Este fue su sexto club en el extranjero tras vestir hasta siete camisetas distintas en España, además de su periodo de formación en el Puente Castro, hasta categoría infantil, cuando dio el salto al Deportivo de la Coruña.
Todas estas experiencias le han servido a nivel personal para «empatizar» con otras culturas y otras formas de entender la vida, además de comprobar que hay «hay distintas maneras de vivir y son todas plausibles».
En lo deportivo, ha vivido contrastes como jugar en Jaén al frío de Finlandia, o de la disciplina de Polonia donde «si ibas siete veces cada día al gimnasio, mejor» a todo lo contrario en Uzbekistán, «donde lo teníamos prohibido». Esas son las diferencias entre distintos países y distintas formas de ver el fútbol, donde ha vivido experiencias muy bonitas, como en el ND Gorica, «un histórico que cayó a Segunda y con el que ascendimos, aunque no lo pudimos disfrutar porque lo logramos el viernes y el lunes empezábamos la pretemporada», pero también auténticos infiernos.
Por ejemplo, Bardanca asegura que en el FK Indjija en Serbia llegó de la mano de un director deportivo que fue despedido poco después de su llegada. El entrenador no contaba con el leonés, que estuvo apartado del equipo durante unos cinco meses junto con varios fichajes: «Fue muy duro y nos hacían 'putaditas', como tener que dormir con el abrigo, condiciones mínimas de limpieza en nuestros apartamentos o no tener, ni siquiera, frigorífico».
Pasó del día a la noche, puesto que de Serbia se fue a Eslovenia. Su primera salida se produjo tras temporada y media en el Jaén y varios impagos que le hicieron tomar la decisión de probar en el extranjero. Del calor andaluz se fue al frío finés del Seinajöki, donde debutó con victoria y el premio a mejor jugador del partido... y seguidores suyos: «Estaba nevando y vi una bandera muy reconocible, que pensé que era de algún condado o ciudad de allí. Al acabar el partido me acerqué y era una bandera de León de un chico que estaba en aquella ciudad de Erasmus».
Es una de las curiosidades y anécdotas que ha experimentado en su carrera pero, sin duda, donde más vivencias peculiares vivió fue en Uzbekistán, en el Loko Tashkent, donde, con una gran parte de la plantilla musulmana, vio como durante la charla técnicas «muchos de los compañeros sacaban las alfombras y rezaban» o, incluso, durante los partidos.
Pero lo más llamativo fue como combatieron una mala racha de resultados. «Un día, llegamos al entrenamiento y realizaron un sacrificio para acabar con los malos resultados. Es algo que no había visto nunca, pero lo cierto es que ganamos los cinco partidos siguientes», relata.
Ahora, está a la espera de cerrar un nuevo destino, donde el incremento de contagios de la variante Ómicron ha ralentizado esa operación, pero que será «muy lejos». «Mi familia considera que lejos es más allá de Valladolid, pero el próximo club será realmente lejano», afirma Bardanca, que adelanta que estará en Asia.
Desde la distancia, sigue a la Cultural, «el equipo de la tierrina», a la que ve progresando y como un equipo con argumentos para ir mejorando, pero considera complicado que pueda pelear por el ascenso. Eso sí, ve como un gran paso adelante y una gran noticia el hecho de que haya cada vez más canteranos en el primer equipo: «En León no suele pasar, pero en otros clubes la base son los de casa y los de fuera llegan para complementar y dar un plus».
En este sentido, afirma que la Cultural es para un «amor platónico» que siempre está ahí pero «hay vida más allá de él». En este sentido, desea que algún día sus caminos se crucen, aunque sea una vez que haya colgado las botas. «No sé por dónde tiraré en el futuro, pero me gustaría seguir ligado al fútbol. Estoy haciendo cursos y preparándome constantemente para ello», ha apuntado.
Por último, habla de otra de sus pasiones, el Abanca Ademar: «Yo me considero 'cadenista'». Bardanca califica al club marista como una de sus «debilidades», al que ha seguido desde Uzbekistán, y al que vio presencialmente en Serbia – en el partido de clasificación para la EHF Cup de 2019 -, y lo intentó también en Eslovenia. «No están yendo las cosas bien, pero si hay alguien capacitado para darle la vuelta a la situación es Manolo Cadenas», ha asegurado.
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