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ÍÑIGO GURRUCHAGA
LONDRES
Martes, 4 de mayo 2021, 16:14
Dalian Atkinson falleció el 15 de agosto de 2016 en la urbanización donde vivía su padre, como consecuencia de las continuas descargas de la pistola eléctrica del policía Benjamin Monk para controlar su trastorno mental. Aunque la convención es que se comprima el gatillo ... durante cinco segundos para unir los cables que producen la descarga, Monk lo habría apretado durante un total de 33 segundos.
El jurado de doce personas escogidas al azar para sentenciar el caso abierto en el Tribunal Penal de Birmingham escuchó este martes esa narración de lo ocurrido en los minutos que llevaron a su muerte. La fiscal Alexandra Healy les advirtió de que, sin esa descarga y los golpes que le dieron los dos acusados, no hubiese fallecido esa noche.
Según el testimonio de testigos, Atkinson cayó hacia adelante tras la neutralización de sus músculos con la pistola eléctrica. Pero Monk le dio dos patadas en la frente, con tal fuerza que le dejó la marca de sus cordones. La policía Marie-Ellie Bettley-Smith le golpeó entonces varias veces con su porra. La víctima falleció en el camino hacia el hospital.
Tanto Monk, de 42 años, como Bettley-Smith, de 31, han declarado su inocencia de los cargos presentados. Son de asesinato u homicidio, en el primero, y de lesiones, en la segunda. Eran entonces pareja. El juicio durará entre seis y ocho semanas y ha despertado interés nacional por la popularidad del futbolista en Inglaterra y su coincidencia con movimientos de protesta por el trato de policías a personas negras.
Dalian Atkinson tenía 48 años cuando falleció. Tras una larga carrera que le había llevado a España, Turquía, Arabia Saudí o Corea del Sur, además de a varios clubes de Inglaterra, se había retirado en 2001. Padecía alta presión sanguínea y miocardiopatía hipertrófica, que es un engrosamiento de una parte del corazón que ha causado la muerte súbita de jóvenes atletas. Recibía diálisis por insuficiencia renal aguda.
El exfutbolista no bebía alcohol desde que tenía veinte años, pero fumaba cantidades pequeñas de cánnabis, según explicó la fiscal. Tenía que ir al hospital el lunes 15 para algo relacionado con la diálisis, tras pasar el fin de semana en casa de un amigo. A este amigo le dijo que era el Mesías. La familia Atkinson vive en Telford, en la misma comarca donde creció, con Shrewsbury como ciudad principal.
Pasada la medianoche del 14, se marchó de la casa de su amigo quitándose el tubo de diálisis, porque ese día, el 15, iba a quedar libre tras su visita al hospital. Llamó a la puerta de la vivienda de su hermano, Paul, y este le oyó decir: «Estáis conspirando contra la persona equivocada». Su novia le llamó cuando el exfutbolista ya había llegado a la casa de su padre y le oyó decir: «¿Sabes con quien estás hablando?»
El testimonio del padre, Ernest, ya fallecido, retrata a un hijo trastornado que le pregunta por qué la familia está intentando matarle y que luego acusa a su progenitor de matar a sus dos hermanos. «Soy el Mesías y vengo a matarte», le habría dicho, ante de cogerle del cuello y empujarlo en una silla. Vecinos llamaron al teléfono de urgencias de la Policía, y Monk y Bettley-Smith acudieron.
Atkinson salió a la puerta y se dirigió a los policías. Monk le disparó la primera descarga, que no tuvo efecto. El exfutbolista caminó hacia otra vivienda de la urbanización y Monk le disparó a la espalda, sin efecto. Atkinson regresó a la casa de su padre y rompió la cristalera encima de la puerta. El trastornado y los dos policías mantuvieron su duelo a partir de entonces en la carretera.
Monk disparó una tercera vez y esta vez causó la incapacidad muscular que persiguen las armas eléctricas. Si se hubiesen detenido en ese momento, su intervención hubiese sido perfecta, según argumentó la fiscal Healy, en su exposición de la primera jornada, pero las descargas y golpes adicionales justifican los cargos en un procedimiento que se extiende ya durante casi cinco años.
Monk y Bettley-Smith dicen que dispararon el doble de la descarga que ya habían aplicado y que le golpearon porque Atkinson intentó ponerse en pie. Vecinos que observaron la trágica escena afirman que permaneció caído en la carrera. Los operarios en el ambulancia que lo llevó al hospital de Birmingham no lograron reanimar su corazón.
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