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Después de encadenar 21 partidos sin perder desde la derrota en Mallorca que marcó un punto de inflexión del Real Madrid, Zinedine Zidane ha vuelto a quedar señalado tras sufrir su tercera eliminación en cuartos de final de la Copa del Rey, esta vez ante ... una histórica Real Sociedad. Su planteamiento y las rotaciones masivas han despertado de forma abrupta y dolorosa al madridismo del sueño del triplete.
En su primera aventura copera como entrenador, tras superar a la Cultural Leonesa y el Sevilla, se estrelló contra el Celta. Iago Aspas y Jonny daban el triunfo a los celestes en la casa blanca y la vuelta dejaba un empate a dos tantos que culminaba la hazaña viguesa. Hace dos temporadas, iba el Madrid tambaleándose en Copa tras dos empates en Chamartín ante el Fuenlabrada y el Numancia, pero Marco Asensio selló el triunfo en Butarque. En la vuelta, Eraso y Gabriel protagonizaron una victoria para el recuerdo del Leganés (1-2) y voltearon una eliminatoria que avergonzó a Zizou.
«Soy el responsable del fracaso. Estoy enfadado conmigo, no con mis jugadores», explicó entonces el técnico, aún en caliente. Días más tarde, sin embargo, confesó que «el Leganés tuvo más hambre» que sus futbolistas, y esa actitud fue clave para su adiós prematuro. Esta vez, en cambio, Zidane evitó la autocrítica y se mostró convencido de que hizo lo correcto con los siete cambios en la alineación frente a la Real.
«El plan de rotaciones no va a cambiar. No creo que nos hayamos equivocado con el equipo que hemos sacado. Estamos juntos en la victoria y en la derrota», explicó tras un 3-4 de locos, un fracaso mitigado por la heroica reacción final de los merengues y, al tratarse de vasos comunicantes, la posterior eliminación del Barça en San Mamés.
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José Manuel Andrés
Amador Gómez
A pesar de enfrentarse a uno de los equipos que despliega mejor juego y en Liga ya pudo asaltar el Bernabéu, Zidane no varió su apuesta copera y puso en liza a jugadores con poco ritmo de competición y dudoso compromiso, como el colombiano James Rodríguez. Cada gol de los donostiarras fue como una puñalada para un planteamiento que le costó eliminación. Nacho y Marcelo, laterales sin ritmo de competición, fueron un coladero ante rivales rápidos como Oyarzabal e Isak, que cumplieron a rajatabla la orden de Imanol Aguacil, su técnico, de buscar por los costados el punto débil del Real Madrid. Brahim, desorientado, dejó apenas detalles y tampoco aprovechó su oportunidad. En un equipo que dependió en exceso de Vinicius, la ausencia de Casemiro resultó determinante.
Cuando nadie lo esperada, el equipo menos goleado de la Liga recuperó su tradicional inestabilidad defensiva y encajó cuatro tantos que apuntan también al portero Areola, siempre inseguro. Es impensable que en su día se debatiese si el francés debería incluso arrebatarle la titularidad al belga Courtois. Zidane sigue sin poder levantar la Copa, salvo cuando fue segundo Carlo Ancelotti en 2014. No lo hizo tampoco como jugador y sufrió en sus carnes los varapalos del 'centenariazo' del Deportivo en 2002 y la derrota ante el Zaragoza en la final de Montjjuic de 2004.
El desempeño del Real Madrid ante la Real recordó las sensaciones del equipo deambulante y desmotivado del curso pasado. Con Solari en el banquillo, fue eliminado en semifinales de Copa ante el Barça, se quedó sin opciones desde enero en el torneo de la regularidad y fue vapuleado en octavos de la Champions por el Ajax en el Bernabéu. Zidane no enderezó el rumbo hasta bien entrada esta campaña.
En la Liga ha crecido el equipo blanco hasta ser líder, aparentemente sólido, y en la Copa había ganado con solvencia en Las Pistas de Unionistas en Salamanca y arrollado al Zaragoza en La Romareda. Pero el caos, la desorganización y la falta de tensión le dieron vuelo el jueves a una inmensa Real Sociedad. Sólo al final, con tres goles de ventaja y diez minutos por jugarse más el descuento, los 'txuri urdin' temblaron, se quisieron pertrechar, se olvidaron del balón y rondaron el desastre.
La inmensa emoción final se la perdió Gareth Bale, que con 1-4 dejó su asiento y se marchó tranquilamente con su coche. Le faltó muy poquito para haberse perdido una remontada épica o tener que ver incluso una prórroga en el salón de su casa. El galés suele irse antes del Bernabéu, disculpado por su entrenador con el argumento de que el reglamento de régimen interno del club se lo permite a los no convocados a partir del minuto 80'. El expreso de Cardiff no está y, lo que es más grave, tampoco se le espera. Pero él y su familia son felices en Madrid, con más sol que en su tierra y algún que otro campo de golf.
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