Ya entrando en Astorga, se veía una luz especial. Los focos instalados para la ocasión se dejaban ver a lo lejos. Todas las miradas estaban puestas a orillas del río Jerga, en La Eragudina: uno de los grandes, un equipo Champions, el Sevilla, se medía ... al Atlético Astorga.
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Gradas supletorias, videomarcadores nuevos, vallas publicitarias… todo hacía que La Eragudina pasase de su humildad habitual a convertirse en un teatro de los sueños. Largas colas hacían presagiar los histórico del partido, la unidad móvil de TVE también reflejaba la entidad del partido. Todo Astorga, no solo La Eragudina, tenía un aura especial.
El ambiente ya era de gran cita desde minutos antes del partido. El bombo, el ruido, los cánticos daban ese calor a los jugadores verdes en una noche fría, rozando los 0 grados, donde el colorido lo puso un mosaico en toda la grada con los colores del Atlético Astorga.
«Esto es una locura», decían distintos aficionados al ver la entidad del encuentro que se estaba disputando. El comentario quedó ensordecido cuando, al anunciar las alineaciones, se mencionó a Sergio Ramos: la ovación fue total para la leyenda del fútbol español que aparecía en el once hispalense.
Los gritos de la grada crecían a la par que se sumaban los minutos en el videomarcador. Y cada minuto con el 0-0 era una gota más de ilusión para una afición maragata que creía. ¿Por qué no iba creer? La fe no decayó pese al gol de Sergio Ramos, que fue pitado, sonoramente, cuando iba a lanzar el penalti: es una leyenda a la que los astorganos profieren un enorme respeto, pero lo primero era su equipo.
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Los decibelios también aumentaban en cada choque, en cada lid, especialmente si alguien vestido de verde caía al suelo. Lo cierto es que el Atlético Astorga estaba aguantando el tipo y los comentarios, en tono jocoso en la grada, apelaban al Sevilla a subir el nivel: «Si sois de Primera, demostradlo».
En la segunda parte llegó el segundo gol sevillista, pero la ilusión astorgana no se derrumbó en ningún momento. El orgullo de la afición verde con sus jugadores era más que evidente. Y también el enfado con el trío arbitral: «¿De verdad tenéis que ayudar a un equipo de Primera ante un Tercera?».
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Hasta el final apoyando, aplaudiendo a sus jugadores tras acabar el partido. Astorga vibró, Astorga disfrutó y Astorga se fue orgullosa de su equipo, que supo plantear dificultades al Sevilla. Nadie olvidará este 6 de diciembre.
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