Javier Varela
Domingo, 22 de mayo 2016, 20:52
La final de la Copa del Rey comenzó en los alrededores del Vicente Calderón desde varias horas antes del comienzo. Aficionados del Barcelona y del Sevilla amenizaban la espera con cánticos, saludos y un hermanamiento que daba un color especial a una tarde calurosa en ... Madrid. Las medidas de seguridad extremas también ayudaron a que no hubiera incidentes. Varios cordones de seguridad cerraban el acceso al estadio del Atlético y sólo una entrada o una acreditación servía de salvoconducto para acceder. Mochilas, bolsas, botellas todo aquello que fuera objeto de ser lanzado se retiraba por pate de los agentes de la Policía, que practicaban cacheos e identificaciones a todo el que accedía a los diferentes cordones.
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La polémica generada por la prohibición, primero; y por el permiso, después, de mostrar las esteladas durante el partido, también tuvo su protagonismo en el exterior del estadio. Aficionados del Barcelona portaban banderas españolas y catalanas unidas bajo el lema De todos, en una muestra de convivencia y respeto. También se dejaban ver las esteladas, pero el color mayoritario entre el vestuario de la afición azulgrana era el rojo y amarillo de la segunda equipación de la pasada temporada similar a la 'senyera'. También se vieron aficionados de ambos equipos accediendo juntos a las gradas, compartiendo cánticos.
Una vez en el campo, las gradas se fueron poblando con tranquilidad y de forma lenta, provocado por las estrictas medidas de seguridad, pero el Calderón se fue vistiendo para la final con banderas sevillistas, esteladas, 'senyeras', azulgranas, andaluzas y españolas. El ambiente se caldeó con la salida al césped del equipo sevillista, capitaneado por Monchi, el director deportivo del equipo hispalense, que como si de Simeone se tratara levantó a los aficionados del Calderón. La salida al campo de los jugadores provoco el primer éxtasis sevillista de la noche con gritos de Campeones, campeones.
La afición azulgrana no se quedó atrás y comenzó a cantar a sus jugadores, a Luis Enrique y el himno del club, lo que provocó el primer pique dialéctico entre las dos aficiones. La salida al campo de los jugadores azulgrana activó a la afición del Barcelona, que había tardado mucho más que la sevillista en acceder al estadio, y comenzaron los cánticos.
El trofeo de la Copa del Rey, escoltado por miembros de seguridad en el césped, presenciaba este primer duelo entre las aficiones a la espera de saber con quién dormirá esta noche.
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