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Dos meses después, en concreto 66 días, la Bundesliga inauguró este sábado el nuevo fútbol a puerta cerrada en Europa. Con un estricto protocolo sanitario impuesto para evitar contagios que incluye, entre otras normas, además de test de detección de Covid-19 a futbolistas y ... técnicos y la obligación de que los jugadores de banquillo, separados por una distancia mínima, lleven mascarillas, el mundo puso sus ojos este sábado en la primera gran liga continental reiniciada. En el comienzo de la tan ansiada desescalada en el fútbol tras el parón obligado por la pandemia del coronavirus.
Como importante banco de pruebas y ejemplo a seguir en la Liga, la Premier y la Serie A, el fútbol en la Bundesliga regresó con éxito, sin contratiempos destacables y con muchos goles, sin celebraciones conjuntas, durante una jornada de reinicio de campeonato similar a una de pretemporada. Entre mascarillas, desinfectantes y controles de temperatura, se saldó con al menos tres lesiones musculares, aunque eran esperadas tras tanto tiempo de inactividad competitiva. Todas ellas se produjeron en el Borussia Dortmund-Schalke, de Giovanni Reyna en el calentamiento; y durante el derbi del Ruhr más raro de la historia, de Thorgan Hazard, que se retiró cojeando, de Jadon Sancho, que solo jugó los últimos minutos, y de Jean-Clair Todibo, que ya no salió en la segunda parte al golpearse su tobillo derecho en una de las placas de publicidad.
Aunque los saludos con la mano están prohibidos, a los futbolistas les costará olvidarse de determinados automatismos, como se pudo comprobar cuando Jadon Sancho sustituyó a Thorgan Hazard, y ambos se tocaron al cruzarse. Tampoco se permiten los contactos de manos en la cara de compañeros o rivales, pero el jugador del Hertha de Berlín Dedryck Boyata protagonizó una de las imágenes de la jornada al agarrar con fuerza a Marko Grujic y prácticamente besar al serbio, mientras conversaba con él, durante el encuentro ante el Hoffenheim. El argelino del Borussia Mönchengladbach, Ramy Bensebaini, besó el suelo al marcar un gol, y Marcus Thuram, hijo del mítico futbolista del Barça, besó a un compañero al lograr otro ante el Eintracht. También está prohibido escupir, pero hubo más de un jugador, durante seis de los nueve partidos que dieron el pistoletazo de salida a la 'nueva normalidad', que no pudo reprimir lanzar saliva al terreno de juego, o sonarse la nariz.
Otro hecho destacado, con las gradas de todos los estadios vacías, fue la presencia en el campo del Augsburgo de una pancarta que fue colocada en uno de los fondos y que rezaba: «El fútbol sobrevivirá. Es un negocio enfermizo». En Alemania, con mayoría de aficionados contrarios a la reanudación del fútbol ante el riesgo que conlleva no poder garantizarse la seguridad sanitaria al cien por cien, han crecido las voces en contra del reinicio de la Bundesliga sin público. Con los gritos de futbolistas y técnicos retumbando en los estadios de la Bundesliga, con escasa intensidad en la mayoría de los encuentros, fue el perseguidor del Bayern de Múnich, el Borussia Dortmund, el que sí impuso un buen ritmo en el regreso de la competición y, sobre todo, su flamante estrella, Erling Haaland, pretendida por el Real Madrid, que abrió el marcador en el Signal Iduna Park (10 dianas en nueve partidos), dio una asistencia y participó en los otros dos tantos de la goleada al decepcionante Schalke (4-0).
«El regreso del fútbol es una buena señal. No solo es fútbol. La gente está deprimida por el confinamiento y la incertidumbre. El fútbol trae una cierta normalidad y energía positiva. Hace más fácil quedarse en casa cuando puedes ver deporte por televisión», se congratuló este sábado el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, en el canal BeIn Sport. La UEFA desea reanudar la Champions y la Europa League en agosto, después de que una de las cinco grandes ligas continentales -Francia ha cancelado la Ligue 1-, ya haya dado el primer paso.
«Echamos mucho de menos a nuestro público», lamentó ayer el entrenador del Borussia Dortmund, Lucien Favre, tras la goleada ante el Schalke. «Un 4-0 contra el Schalke es un muy buen resultado», celebró el técnico suizo. «No había ningún ruido. Tiras a portería, hacer un superpase, marcas, y no pasa nada. Es muy, muy raro», reconoció, compartiendo así sus primeras impresiones sobre los partidos a puerta cerrada. Fue el primero de su historia sin público en la grada para el Borussia Dortmund en su estadio. «Era un partido muy diferente a lo habitual. Es difícil valorar si fue un buen partido», comentó.
Por su parte, Julian Brandt, uno de los protagonistas del partido al estar en el origen de los cuatro goles y en dos de ellos dando la asistencia, jugó ya a puerta cerrada en París (en la Liga de Campeones, en marzo) y «conocía la impresión del silencio en el estadio». «Evidentemente, hubiéramos preferido unas condiciones normales, pero al final el fútbol sigue siendo el fútbol y tratamos de disfrutar», añadió en una entrevista en Sky, realizada respetando las consignas, a varios metros del periodista y con un micrófono acercado con una pértiga y envuelto en un plástico transparente. El dueñodel Borussia Dortmund, Hans-Joachim Watzke, consideró que un derbi como el de ayer tuvo «algo de surrealista» por las circunstancias que lo rodearon. «En dos horas de partido recibimos mensajes de todo el mundo, de gente que te dice que van a ver el partido por televisión, y luego atraviesas tu ciudad en coche y no pasa nada. Hay que acostumbrarse», declaró Watzke, que renunció a bajar al vestuario después del partido para respetar las reglas de distancia social. Sobre los riesgos que puede haber de infecciones en el fútbol alemán a pesar del protocolo sanitario estricto, se mostró resignado a posibles casos.
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