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A España le llega su gran oportunidad en el fútbol femenino, que este viernes inicia la gran fiesta de un Mundial que han descafeinado las lesiones de algunas de las mejores futbolistas del planeta, ausentes en la cita de Australia y Nueva Zelanda.
La lacra ... que deja fuera a jugadoras clave de EE UU, Canadá, Inglaterra o Francia tiene nombre y apellido: Ligamento cruzado. Hasta 17 talentos no podrán pisar el verde del continente oceánico por la temida rotura, un calvario no solo por el periodo que mantiene inactivo a quien la sufre, sino también por las secuelas que puede producir en el deportista.
Un mal que en 2022 vivieron cinco de las veinte nominadas al Balón de Oro y que experimentó en sus carnes Alexia Putellas, que llega al torneo entre algodones y con dudas sobre si estará lista para el debut ante Costa Rica.
«Temí no volver a ser yo misma en el campo», expuso hace días la atacante de Mollet del Vallès, que volvió a los terrenos de juego a finales de abril tras nueve meses en el dique seco. España se libra por ahora de esta pesadilla que se ha cebado con varias de las que debían ser los nombres propios de este evento.
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La doble Balón de Oro ha vivido una temporada en la que apenas ha participado después de caer lesionada en la pasada Eurocopa . La jugadora cumple ahora con un proceso programado tras su grave lesión y el seleccionador Jorge Vilda confía en que vaya volviendo poco a poco a su mejor nivel. Buena parte del éxito de La Roja puede estar en que la atacante del Barça recupere gran parte de su excelencia.
El año pasado batió los récords en el fútbol femenino, donde se estimó que 60 jugadoras de las ligas más importantes del mundo quedaron fuera por lesiones de este tipo. Entre las notables ausencias destacan las estadounidense Catarina Macario o Christen Press, las actuales campeonas de la Eurocopa con Inglaterra Beth Mead, finalista al 'The Best' de la FIFA, y Leah Williamson, las alemanas Carolin Simon y Giulia Gwinn, las cracks francesas Marie-Antoinette Katoto y Delphine Cascarino, las danesas Nadia Nadim y Stine Larsen, la neerlandesa Vivianne Miedema -máxima goleadora de todos los tiempos para los Países Bajos - la sueca Hanna Glas, la canadiense Janine Beckie -brillante campeona olímpica - o la brasileña Ludmila da Silva.
«Solo en el Arsenal tenemos cinco lesiones graves así, pero en Europa hay otras muchas», dice una Miedema que exige una investigación al respecto. Según ella, todo se debe principalmente al apretado calendario de partidos, un hilo que en los últimos tiempos se ha intensificado.
Putellas también alzó la voz recientemente para incidir en la falta de investigación en el cuerpo de la mujer deportista: «Es reciente que las jugadoras hayan comenzado a profesionalizarse, y apenas ha habido tiempo para realizar estudios». Las jugadoras reclaman ser tratadas como profesionales y no como deportistas aficionadas. «Es importante mejorar las condiciones de las futbolistas, el descanso, los viajes, las superficies en las que se juega para reducir las lesiones graves», criticó la dos veces ganadora del Balón de Oro.
«Si lo de las lesiones de las futbolistas pasara con ellos, la reacción sería inmediata», reflexionó Christen Press, dos veces campeona del mundo con EE UU. ¿Se imaginan un Mundial sin la participación de Griezmann, Bellingham, Bruno Fernandes, Benzema o Modric, todos por una lesión que les priva de una temporada entera?.
La plaga de lesiones en la rodilla suscita muchos interrogantes. La ciencia justifica -más allá del aumento de las licencias provocado por el auge del fútbol femenino en España así como el aumento de partidos de los últimos años- en factores múltiples intrínsecos de la propia lesión que van desde hipótesis anatómicas y biomecánicas como hormonales o socioculturales.
«La probabilidad de sufrir esta lesión siendo mujer es 4-6 veces mayor que siendo hombre», apunta un estudio de la UEFA llevado a cabo por Markus Waldén, Jan Ekstrand y Martin Hägglund. Según otro estudio realizado por el Instituto Cugat del Hospital Quirón Salud Barcelona, a partir de los datos de la delegación catalana de la Mutualidad de Futbolistas entre 2015 y 2021, determina que las jugadoras se lesionan del ligamento cruzado anterior (LCA) entre 1,5 y tres veces más que los hombres, ya sea con un esguince o una rotura producida durante la práctica deportiva. Y que una de cada 100 mujeres futbolistas sufre durante su carrera una lesión de este tipo. La ratio de los hombres se queda en uno cada 300.
Aunque la mayoría de estudios inciden en la anatomía específica de la mujer y las hormonas, los expertos investigan además factores extrínsecos desde una perspectiva de género. «Hay otros factores de riesgo como el tipo y la calidad del equipo deportivo utilizado y las condiciones en las que se realiza la actividad - tipos de superficie y su cuidado - por ejemplo», incide Esther Morencos, mentora de FIFA en el programa de desarrollo de fútbol femenino, que apunta como clave este apartado para este problema. Mejores instalaciones, calzado y equipos de trabajo pueden reducir los riesgos, tal y como recogen estudios recientes. Los clubes deberán invertir en ello.
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