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Apenas hace dos años llegó a León, empujado por los estudios, y encontró su hueco en el Juvenil A de la Cultural y Deportiva Leonesa. Una temporada después, llegó al Júpiter y esta campaña tiene ficha con el primer equipo. No sólo eso: el club leonés quiere renovarle y 'atarle' por más tiempo.
La Cultural buscaba un mediocentro de corte defensivo en edad sub-23 y lo encontró en casa: Nico Toca. Con apenas 20 años, 'asciende' hasta Primera RFEF para demostrar todas las cualidades que ya le habían visto en el fútbol cántabro, donde jugó hasta los 18 años.
Su amor por el fútbol es incuestionable. Y es que siempre iba a entrenar con una camiseta de algún equipo, cada vez uno distinto, desde el Galatasaray, el Mallorca o el Rangers, hasta la Roma, la selección de Italia o el Arsenal, demostrando ser un loco de este deporte. Es su gran pasión y, los que le conocen, saben que Nico valora que puede vivirla tanto como aficionado como de jugador.
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Algo de 'responsabilidad' en ello tiene su familia, futbolera a más no poder: Nico es el mediano de tres hermanos, todos ellos jugadores de fútbol, todos ellos zurdos. El mayor de los hermanos Toca llegó a jugar en la Tercera RFEF cántabra y su padre, también zurdo, jugó en la máxima categoría nacional juvenil en el Perines. Los dos hermanos y el padre, además, estuvieron vinculados a un equipo cántabro llamado Cultural... de Guarnizo, como jugadores.
Comenzó a jugar en el equipo prebenjamín de la Peña Paco Liaño, en Maliaño (Cantabria), antes de tener la edad para entrar en esta categoría. Y ya destacaba. Con finura con el balón en los pies, siempre fue un pivote defensivo, un jugador en el que se iniciaba la jugada y que ayudaba a los demás a jugar. Un generador de juego con cualidades defensivas, tanto tácticas como físicas, puesto que siempre destacó por su altura.
Y, desde ahí, desde el puesto de '6', lideraba al equipo. Es un líder silencioso, como Busquets - ya que le gusta el estilo del Barça -, de los que mandan, ordenan y dirige a sus compañeros sin levantar la voz. Siendo un chaval «de pocas palabras», siempre ha acabado siendo capitán, incluso en el Júpiter: «Tiene algo que le hace líder».
En la Peña Paco Liaño ya despuntó y las grandes canteras cántabras, el Perines y el Bansander - son, junto al Racing, los clubes referencia en este aspecto -, se fijaron en él. Pero su familia quería que se quedara en la Peña Paco Liaño por el buen trato que recibía su hijo y la educación futbolística que recibía.
Ya en infantiles dio el salto al Bansander, puesto que la peña Paco Liaño sólo tiene equipo hasta alevines, donde siguió siendo uno de los destacados. Y es que siempre destacó, siempre se mostró como un jugador superior desde ese puesto de mediocentro. En todos los años en Cantabria, sólo un futbolista pudo, realmente, volverle loco: un tal Pablo Torre.
Es más, junto a Torre, ahora en el Barça, era uno de los habituales en las convocatorias de la selección autonómica en una generación de 2003 que, en Cantabria, fue especialmente prolífica.
A este joven jugador cántabro, que prioriza sus estudios de Inef por encima del fútbol y que es introvertido, de pocas palabras, agradecido y muy responsable, le llega la oportunidad en la Cultural. Y con la esperanza de que aprovechen sus cualidades: «Es un jugador al que, por su envergadura, muchas veces le utilizan con una función más defensiva y para el juego aéreo. Pero, con el balón en los pies, lo hace muy fácil, devuelve la pelota limpia y da la sensación de que Llona se ha dado cuenta de ello».
Más constructor que destructor, es consciente de que el fútbol es un deporte colectivo y, pese a coleccionar premios individuales en torneos de categorías inferiores en Cantabria, siempre fue consciente de que esos galardones llegaban por el trabajo de todo el equipo.
Responsable, poco arriesgado, sin afán de que los focos recayeran sobre él, también tenía sus momentos irónicos, como comenta uno de sus entrenadores en la Peña Paco Liaño, Sergio Herrero: «En los entrenamientos le picaba con que tirase las faltas de panenka, por ejemplo, si íbamos ganando 5-0. Y, un día, en una final de un torneo y con 1-1, teníamos una falta a favor y le pedí que la tirase fuerte al palo del portero. Se giró y me dijo: '¿Y si la tiro a panenka?' Tenía esos toques irónicos desde muy pequeño». Aquel lanzamiento acabó en gol y la Peña Paco Liaño ganó el torneo... ante la Cultural de Guarnizo.
En su día, y con los estudios como prioridad, su disyuntiva era estudiar Enfermería o INEF. Es decir, quedarse en casa o irse a León. Se decantó por la segunda opción, por el grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y encontró hueco en la Cultural. Y ahora, una Cultural que busca cómo renovarle y atarle, encontró en él a la última pieza de su primera plantilla.
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