Si no fuera la dura realidad, todo en la mente de Aarón Piñán parecería una pesadilla.
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Este domingo, el jugador más prometedor de la Cultural y Deportiva Leonesa, debutaba con su nuevo equipo: el Intercity de Alicante.
Y en su entorno, un mundo casi de pesadilla. El Antonio Solana es un estadio como el Área Deportiva de Puente Castro. El terreno de juego, que él precisa como un tapete, era un campo de minas. La grada, poca, apática y enfadada. Y el partido, comprometido.
Si había un momento para el debut, no era el del pasado fin de semana. Si había algo que no encajaba, esta vez era todo.
Aarón, que en León era un rey, tuvo que asumir su nuevo papel. Deberá hacer carrera para volver a sonreír y para hacerse con el calor de su nueva afición.
Esta vez no tuvo mucho margen. 25 minutos, con el partido ya decidido, y sin posibilidad alguna de deslumbrar.
Gustavo Siviero, su nuevo entrenador, le aplaudio. «Agitó el partido», comentó. «Le iremos metiendo poco a poco hasta ver su mejor versión. Es muy vertical, nos puede dar mucho», comentó.
Aarón, que lució el 23 pero sin nombre, tendrá que esperar al próximo fin de semana para recuperar sensaciones.
Si hay aterrizajes suaves el de Aarón no ha sido el mejor ejemplo.
En León era el rey, pero eso ya es otra historia.
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