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Llegó a León desde su pueblo natal, San Martín de Agostedo, para ayudar a su hermano, que regentaba una pescadería en el Barrio Húmedo. Como recompensa, recibió, con 14 años, su primer abono para ver a la Cultural y Deportiva Leonesa y, desde entonces, no se ha separado de ella.
Matías Mata (1933), mantiene, a sus 90 años, la ilusión y la fe intacta por el escudo del león rampante. 76 años de socios alumbran esta lealtad al sentimiento culturalista, demostrada en que cada domingo no falla a su cita con las gradas del Reino de León. «Para mi es ya una alegría poder seguir yendo a vivir los partidos con mi edad», explica a leonoticias.
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Dani González
Ahora vive en la Residencia de las Hermanitas de la Caridad de Villaobispo, donde ha contagiado su culturalismo a todos los usuarios y trabajadores del centro. Es más, cuando la Cultural juega fuera de casa, ponen los partidos en el salón principal de la residencia y le dejan la comida lista si llega tarde por culpa del fútbol. «Mejor imposible».
Con 76 años al lado de la Cultural, son innumerables las historias que Matías puede contar y recuerda animando al equipo de su ciudad. Recuerda que, en el vetusto campo de El Ejido veía los partidos subido a unos negrillos que había junto a la instalación: «Cuando no había dinero, nos teníamos que inventar algo para ver el fútbol».
Recuerda con especial cariño el ascenso a Primera División y aquella plantilla de la Cultural con jugadores «que tenían mucha calidad y podían haber llegado más lejos aún». En concreto, recuerda la visita de la Cultural al Bernabéu, donde un gol de Vallejo puso en jaque al Real Madrid. «Tuvieron que sacar a Di Stéfano para ganarnos. Marcó un gol y provocó otro en cinco minutos», explica.
Desde ese campo del Ejido, pasando por La Puentecilla y las grandes tardes protagonizadas por el equipo que llegó a Segunda en la década de los 70, la 'depresión' de los 80, la crisis de los 90 o la llegada del Reino de León, hasta el último ascenso.
Todo eso ha vivido un Matías que no sabe si la Cultural le ha dado más alegrías o decepciones, pero con la que tuvo una vinculación incluso familiar: «Mi hijo llegó a jugar de portero en el filial cuando se llamaba Cultural de León».
Tras casi ocho décadas de sentimiento culturalista de puro corazón, Matías no quiere pedir nada a la Cultural: «La alegría es poder seguir viendo a mi Cultural». Eso sí, si llega el ascenso a Segunda esta temporada, no lo rechaza: «Sería fenomenal».
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