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RUBÉN FARIÑAS
Sábado, 30 de junio 2018, 19:36
Los autobuses coparon el Huerna. La afición llevó la pala para 'desenterrar' a la vieja. El corazón se salía del pecho en una prórroga para recordar...y para llorar. Un grito: «Alé, alé; alé Leonesa, alé, alé».
Fue un 30 de junio de ... 2013. La Cultural se jugaba la vida -y nunca mejor dicho- en el campo de San Gregorio, un coqueto rectángulo de juego con pista olímpica por donde pasaba el futuro de una entidad en peligro de muerte.
Cerca de 2.000 leoneses viajaron hasta la capital asturiana para ver a su equipo medirse al Universidad de Oviedo -tras el 1-1 de la ida, en el Reino de León-.
Dani Hedrera soltó un zapatazo desde lejos, entró por la escuadra. Los universitarios empataron, hubo que sufrir. Pero David Álvarez, a la segunda, obraba el milagro de San Gregorio, hacía enloquecer a la grada que saltaba al césped tras el tanto y daba en la prórroga un ascenso que cambio el sino de un club y del fútbol de una ciudad.
La fiesta, después, se trasladaría hasta la ciudad del Bernesga donde Guzmán el Bueno volvía a recibir al culturalismo -no con tanta afluencia como hace un año- que no quiso dejar a su equipo en las malas, ni en las peores.
Ese 1-2 en Oviedo fue el inicio del fin, del fin de una pesadilla que tuvo que borrarse del todo en los despachos y que permitía volver a la Cultural a Segunda División B, tras dos años en el infierno de las deudas y los impagos.
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