Aficionados siguen el partido en el Reino de León. Noelia Brandón

León se empachó a naranja tras endulzar a toda una ciudad

El 'comecocos' cayó ante el fantasma de los penaltis y en un ambiente con el que la Cultural puede presumir de tener campo y afición de otro nivel en la que puede apoyarse para regresar a Segunda División

Miércoles, 29 de enero 2020

León quiso jugar a ser el 'comecocos'. Así lo anunciaba el Fondo Sur, quien señalaba a la naranja valenciana como el fruto más delicioso para un animal que estaba a punto de empezar a rugir.

Publicidad

Pocos más cabían en el Reino de León cuando ... el coso capitalino parecía regresar al viejo Amilivia para recibir a Carrete, que asomaba por el túnel de vestuarios. El mito de la banda del Bernesga, que también se dejó ver a orillas del Turia, recibía de nuevo el cariño de León, de su público, y recibía las camisetas de los dos equipos de su corazón de manos de Felipe Llamazares y Ricardo Arias, además de hacer el saque de honor.

La grada tuvo buena memoria, y sino que se lo digan a Lucas Giffard, que levantó los primeros aplausos en cuanto se acercó a la portería. Con el pitido inicial y en la primera buena acción ofensiva de los locales, el público respondía: «Cultural, Cultural», se escuchaba desde el césped.

La entrada en el campo era la misma que en la anterior ronda, ante el Atlético de Madrid, aunque con menos representación visitante.

Invitó al optimismo del pueblo el inicio de choque. Un centro al palo hizo al gradería ponerse de pie para apremiar el arrojo de los suyos. Aunque no tardó el Valencia en mostrar sus credenciales y hacer que el público empujara a los suyos a donde las piernas no llegaban.

El minuto 18 volvió a ser de León. Los pitos al colegiado no hicieron sino encender más a la gente, y de forma literal, ya que los móviles mostraban el camino a esa Región Leonesa que se reclama desde varios frentes. Las banderas del rampante se fueron al aire y la Cultural se venía arriba y volvía a apretar a los ches.

Publicidad

Magín no falló, como el resto de peñas y su bombo resonó en los peores minutos para que la tribuna despertara. Desde el fondo, «ale, ale, ale Leonesa, ale, ale» era la proclama para llegar al descanso y reponer fuerzas con un aperitivo de la cena que estaba por llegar.

Pronto encontró el público un enemigo. Dani Parejo se disfrazaba de antagonista para recibir la bronca de la grada. A él se sumó Pizarro Gómez, que señaló a Benito y se encontró con la defensa a ultranza de la parroquia blanca. Ese encontronazo lo acallaron los propios jugadores de la Cultural con su juego y al paso por la hora de partido las bufandas se alzaban al aire para llevar a los suyos en volandas all tramo final de partido.

Publicidad

Apretaban los valencianistas y los nervios consumían a las más de 12.000 almas congregadas en el Reino. Los minutos pasaban, se mantenía el 0-0, al Valencia no le valía y la Cultural buscaba un bonus en el físico que empezaba a pesar.

El colegiado canario se ganó la mayor bronca de la noche. Una falta muy dudosa que cortaba una clara acción de peligro leonesa encendió a todos: «fuera, fuera» espetaban los locales con las manos en la cabeza. «Cultural, Cultural», se replicó.

Publicidad

Nadie se rendía en el Reino, la afición tampoco; y menos con el remate de Benito que salvaba Jaume y que hacía recordar que «sí, se puede» a una hinchada entregada en busca de otro milagro. Un córner no forzado era celebrado como si del 1-0 se tratase.

Los tres pitidos de Pizarro Gómez aflojaron los nervios, sonaron a momento de calma, a unos minutos de relajación. La partida se iba a reanudar en una nueva prórroga.

No merecía otra cosa el equipo. La grada se volvía a entregar en el tiempo extra. Y sonó con fuerza cuando el balón de Luque se estrellaba en el larguero. Los jugadores se dejaban el alma y la grada el aliento en un espetáculo que ya era para la historia del Reino.

Publicidad

Al Valencia le faltaba pasarse una pantalla del juego: Lucas Giffard. El portero aparecía en el 107 para levantar al público y obligarles a corear su nombre. Tampoco se amilanaron cuando Ferran quiso evitar los penaltis, y la reacción llegó de nuevo desde el bufandeo.

El silencio solo se hizo una vez. Fue en el minuto 119, el Valencia tuvo una franca ocasión que hizo al campo contener la respiración para estallar cuando finalizaba el choque y todo iba a los penaltis.

Noticia Patrocinada

Hubo que llegar a los penaltis para que llegara el 'game over'. No hubo espacio ni para la emoción, se vio venir en todo León. El martirio de esta campaña, los penaltis, volvían a condenar. Los dos primeros fallos apagaron la esperanza y solo pudo ser él, Parejo, quien pinchara el sueño de la ciudad.

El comecocos se topó con su fantasma y se quedó sin vida. El león se empachó con la naranja, aunque el sabor no podía ser amargo. No lo merecía la Cultural, no lo merecia la ciudad y no lo merecía una plantilla que desde hoy ven un poco más cerca su sueño del ascenso.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad