No era una noche más en el Reino de León. Era más tarde de la habitual, muchos tenían que cenar en el campo, pero la cita lo merecía. Rendía visita el Atlético de Madrid, quizá el mejor 'Atleti' de la historia. Por ello las ... gradas, desde minutos antes del partido, presentaban un aspecto inmejorable. Nadie se lo quería perder.
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Los del 'Cholo' llegaban con ciertas dudas después de perder la Supercopa en penaltis y caer en Eibar. A ocho puntos en liga del líder y midiéndose en octavos de Champions al actual campeón, el Liverpool, la Copa era la vía más rápida hacia un título de los rojiblancos: no podían fallar en el primer paso.
Todos estos ingredientes se fusionaban con una grada ilusionada, donde el magenta de la bandera de León predominaba. El himno a León que sonó en la megafonía a quince minutos del pitido inicial fue el primer instante de comunión general del graderío que, bandera en mano, escuchó en pie y coreó su letra.
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Y sin sentarse, recibieron a los protagonistas. Una pancarta que rezaba en 'Sin León no hubiera España' y las linternas de los móviles hacían entender que era un día especial. Los aplausos eran mayores, las ganas increíbles y los nervios se adueñaban del estadio. El balón iba a rodar.
Desde el comienzo, las gargantas no dejaban de trabajar. El ruido era constante e incluso un pique sano entre aficiones. La relación amor-odio entre los aficionados atléticos y los cuturalistas fue constante, con un momento de hermanamiento gracias a una pancarta en el fondo sur defendiendo los escudos originales de ambos clubes.
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Pero también se generó tensión. Fue en el minuto 18. La grada se vistió de magenta, con innumerables banderas de León que dejaron clara la postura acerca de la autonomía leonesa de los allí presentes. Pero respondieron los colchoneros, con una bandera de Castilla y los consecuentes pitidos
Y todo ello mientras Antonio Martínez pedía más a una grada entregada para levantar al equipo. Fue clave el apoyo de la afición para que la Cultural se sostuviera tras unos primeros minutos de dominio rojiblanco que neutralizaron los leoneses.
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Joao Félix era la víctima 'ideal' de la grada, pitando cada acción y celebrando cada pérdida. Iba a ser un infierno para el portugués que, además de su desacertado encuentro, se topó con una grada que no se lo iba a poner fácil. Metida en el partido, la grada quería ser un elemento más del choque y había tantas ganas de cantar un gol que se celebró con pasión uno claramente anulado a Gudiño.
El descanso también sirvió para tomar aire en la grada. Bocadillo en mano, los debates o los análisis de la primera parte se repitieron, haciendo especial hincapié en la pasión de Simeone para vivir el partido. Volvía el fútbol en la segunda mitad, se aparcaron los víveres y los cánticos revivieron.
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El inicio fue complicado, con el Atlético de nuevo mejor y solo una gran ocasión de Benito hizo saltar a más de uno del asiento. No se sentaron muchos para sorprenderse y alabar la gran parada que realizó a continuación Giffard. Fueron los últimos instantes previos al golpe helador de Correa en forma de gol, que enmudeció durante unos segundos al Reino de León.
Fue una pausa, un impás. Esta vez fue el equipo el que tiró de la aficion con llegadas constantes, pero el canto coral en la grada empujó a la Cultural a plantar cara a uno de los 'cocos' de Europa. El ánimo reinante era proclive a la sorpresa: todos creían.
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Esta sensación se materializó en un gol, en el minuto 84. Bufandas al viento, abrazos, locura generalizada. El gigante Goliath no podía con un humilde David que, con el apoyo de la grada y una entrega infinita, habían llevado a delirio a toda una ciudad y al partido, a la prórroga.
En el tiempo extra, la tensión era la protagonista. Cada balón de la Cultural levantaba a la grada, cada acercamiento madrileño generaba inseguridad. Pero la tensión estaba en todas partes, incluso en Simeone, que debatió con un aficionado sobre el arrojar o no el balón fuera cuando Virgil, con los gemelos subidos, pedía la asistencia médica.
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Lo mejor estaba por llegar. Las lágrimas se dejaron ver con el 2-1. Y es que el gol de Sergio Benito era historia, un hito a recordar para culminar una fiesta que, tras el pitido final, se multiplicó. El paseo triunfal de los jugadores para celebrar este triunfo con su afición fue el culmen a un día para el recuerdo en el que el Atlético no pudo con esta Cultural.
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