«Fue Fuenteovejuna, señor»

Seguro que el nombre de Lope de Vega les suena. Cómo para no. Revolucionó el teatro, lo cambió por completo allá por el siglo XVII, para que hoy sea como es. Y una de sus mejores obras –pese a que escribió más de 400– fue Fuenteovejuna.

El domingo, en el Reino de León, constantemente me venía Fuenteovejuna a la cabeza. No me estaba volviendo loco, ni estaba viendo en Llona a un revolucionario del fútbol con unas ideas nunca vistas. No era eso.

En Fuenteovejuna, Lope de Vega plasma a una sociedad, la de un pueblo andaluz, que, harto de los constantes abusos de poder de su señor, se une para asesinarlo. Y para encubrirse unos a otros. Todos para uno y uno para todos, como decían los tres mosqueteros.

Cuando llegó el juez y preguntó «¿quién mató al comendador?», todo el pueblo respondió: «Fue Fuenteovejuna, señor». Repreguntó el juez, en busca de esclarecer el crimen: «¿Y quién es Fuenteovejuna?». Y la respuesta fue nada esclarecedora... para el asesinato: «El pueblo, todos a una».

Esta Cultural de Llona es una particular Fuenteovejuna. Van todos a una y existe una comunión en el vestuario que se ha echado en falta en otras temporadas. Desconozco si es el perfil humano de los jugadores, que sus personalidades han casado bien, que el cuerpo técnico tienen mucha mano a nivel de gestión humano o que, simplemente, son los resultados. O, probablemente, como en un examen tipo test, la respuesta sea 'todas las opciones anteriores son correctas'.

La lesión de Samanes ha puesto a ojos públicos esa gran relación, ese vestuario unido que existe. Las constantes muestras de cariño al futbolista navarro, tanto durante el partido como en los días previos, lo denotan.

Fue el protagonista del partido sin haberlo jugado. Estuvo en la mente de todos pese a no estar vestido de corto en el césped y estar, ataviado con braga, guantes y una parka, en una de las cabinas de la tribuna principal.

Porque el domingo, cuando acabó el partido, y algún despistado le preguntó a los jugadores de la Cultural quiénes habían marcado los goles, el vestuario, de forma unánime, respondió: «Fue Fuenteovejuna, señor».

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