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n. barrio
Viernes, 14 de octubre 2016, 14:09
El eterno retorno que defendía Nietzsche lo lleva Gallar en el ADN. Finales de octubre de 2010. El Cornellá, equipo en el que militaba el extremo catalán que ahora enamora en la 'Cultu', ganaba al Leioa en Copa del Rey. Los de la localidad barcelonesa ... vieron el sorteo de dieciseisavos una vez que Gallar, en un partido perro (Ander Vitoria empezó poniendo por delante a los vascos) marcara el 2-1 definitivo. Un Madrid campeón de Champions esperaba en el bombo y el eterno retorno comenzaba a fraguarse. Cornellá-Real Madrid. El resto es historia.
22 años tenía Gallar en aquellos días. Saliendo de las inferiores del RCD Mallorca y pasando por el Rubí y el Terrasa después, el catalán se enfrentaba ante los blancos en una noche para el recuerdo en una ciudad industrial que huele a Mediterráneo. Y no sería la última vez.
12 de octubre de 2016. En un partido que también pintaba negro (Aketxe, exculturalista, marcaba el primero para el Albacete), Mario Ortiz ponía el empate y devolvía la afrenta perpetrada por el vasco a su exequipo. El 1-1 asustaba en el marcador a propios y extraños, pero la Cultural había cambiado su suerte. Gallar, en jugada maestra, batía al portero manchego. Estaba hecho.
Pasaban veinte minutos de las doce de la mañana del viernes cuando se fraguó el 'bendito' día de la marmota de Gallar. Un eterno retorno que esta vez no es dañino. El Real Madrid volvía a salir del bombo ante los ojos del extremo. Gallar volverá al Bernabeu como culpable (y bendito culpable) de que una modesta afición cumpla un sueño. Todo por el eterno retorno. Bendito eterno retorno.
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