El colombiano Egan Bernal, vigente ganador del Tour. Afp

El Tour busca una tabla de salvación en septiembre

La prohibición de Macron de celebrar eventos hasta mediados de julio puso en jaque un patrimonio histórico de todos los franceses y obligará a cambiar las fechas de la Vuelta a España

JEAN MONTOIS

París

Martes, 14 de abril 2020, 14:42

Búsqueda de nuevas fechas: el aplazamiento del Tour de Francia, que se hizo inevitable tras el mensaje del lunes del presidente Emmanuel Macron, plantea un punto de interrogación mayor para un evento confrontado por primera vez a una situación de esta naturaleza, pero sus organizadores ... siguen por el momento silenciosos.

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Según el diario regional francés Le Dauphiné, que publicó la información este martes, el Tour de 2020 comenzará el 29 de agosto en Niza y terminará el 20 de septiembre en París, siguiendo el recorrido previsto de sus tres semanas. Las nuevas fechas obligarán a cambiar las de la Vuelta a España, que estaba prevista entre el 14 de agosto y el 6 de septiembre próximos.

La empresa ASO (Amaury Sport Organisation), que tiene la costumbre de contactar prioritariamente a los responsables locales de las ciudades de las etapas y de los territorios afectados, no confirmó este martes esas nuevas fechas.

Previsto inicialmente del 27 de junio al 19 de julio, el Tour entra en la zona temporal de grandes reuniones prohibidas (hasta mediados de julio) por el anuncio hecho el lunes por el presidente de Francia. Los ciclistas, que deben todavía quedarse confinados hasta el 11 de mayo, no podrían de todas maneras haberse preparado a tiempo para la gran salida fijada en un principio por el director del Tour, Christian Prudhomme.

Incertidumbre. La palabra fue pronunciada por el ministro del Interior francés, Christophe Castaner, sobre el Tour. «Corresponde a los organizadores analizar su capacidad de organizar eso, de aplazarlo», declaró el ministro, que dejó la pelota en los pies de ASO.

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Se había hablado en una primera hipótesis de retrasar el Tour un mes y dar la salida a finales de julio. Esa posibilidad encuentra sin embargo contra ella la proximidad de la luz verde dada por Emmanuel Macron para las grandes aglomeraciones de gente, pero también la dificultad de colocar una carrera de preparación como el Dauphiné antes del inicio del Tour y el problema planteado por la capacidad hotelera limitada en los lugares turísticos durante la primera quincena de agosto.

¿Y si optaba por la salida a mediados o finales de agosto con una llegada dentro de septiembre? Las complicaciones precedentes se alejarían, pero las fechas son las que tiene ya la Vuelta a España, otra de las tres grandes carreras por etapas, también organizada por ASO. Aunque el Tour es la piedra angular del calendario.

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¿Un aplazamiento a septiembre? La situación sanitaria habra probablemente mejorado, pero eso es olvidar el significado del Tour, que es algo más que una carrera ciclista. Sinónimo de vacaciones de verano, la fiesta es indisociable del público al punto de que la hipótesis de correrla sin gente se cae por su propio peso.

La incertidumbre ha empujado a muchos a manifestarse sobre el tema, sobre todo teniendo en cuenta que el Tour, punto álgido de la temporada ciclista, es sobre todo indispensable para el equilibrio económico de su deporte.

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«Es muy simple. Si el Tour no tiene lugar, los equipos podrían desaparecer, ciclistas y miembros de los equipos técnicos se quedarían sin trabajo», resumió Marc Madiot, el mánager del equipo Groupama-FDJ, que es también el presidente de la Liga Nacional de Ciclismo de Francia.

Los ciclistas son los primeros convencidos. «Espero evidentemente que podamos correr el Tour: por mí, por mi equipo, por el deporte y por todos los aficionados», reaccionó el último vencedor de la prueba, el colombiano Egan Bernal. «Evidentemente, hay cosas más importantes que solucionar primero, pero desde que ya no haya peligro y estemos listos para pasar a otra cosa, nos encantaría que se celebrara el Tour», declaró su predecesor en el palmarés, el galés Geraint Thomas.

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Un regreso simbólico de Francia

 «¿Desde que no haya ningún peligro»? Ese es el problema que se plantea sobre un evento que atrae cada verano a entre diez y doce millones de espectadores al borde de la carretera y genera el desplazamiento cotidiano de unas 4.500 personas.

 «La gente que se queda al borde de la ruta para ver pasar a los ciclistas no es un peligro», estimó el virólogo belga Marc Van Ranst el sábado en la cadena de televisión de su país, Sporza. «En cambio, las distancias entre espectadores son más problemáticas en las salidas y llegadas de etapa», dijo.

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El médico de urgencias francés Patrick Pelloux, que habló en Francetvsport, defiende que el Tour pueda disputarse»: «Sería un regreso simbólico de Francia». Ciertamente, la 'Grande Boucle' es consustancial a Francia y supera el ámbito deportivo, según político, público y organizadores.

El año pasado, medio centenar de parlamentarios pidió incluso su inscripción en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. «Cada uno de nosotros tiene en su cabeza una imagen, una historia, un recuerdo propio, que caracteriza el nexo carnal entre le Tour y Francia», señalaron los defensores de esta moción, a iniciativa del diputado del departamento del Tarn, Philippe Folliot.

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