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Beñat Arnaiz
Sábado, 16 de marzo 2024, 19:50
Los diez minutos más emocionantes de la temporada tienen lugar en los nueve últimos kilómetros de la Milán-San Remo y ayer se resolvieron con uno de los mejores ejemplos que puede haber para demostrar que el ciclismo también es un deporte de equipo. Mathieu ... Van der Poel (Alpecin) era el gran favorito junto a Tadej Pogacar (UAE) para hacerse con el primer Monumento del curso, pero cuando vio que sus opciones se redujeron considerablemente una vez superado el Poggio, el vigente campeón del mundo y dorsal número 1 en La Classicissima no dudó en trabajar por los intereses del equipo, que tenía en sus filas al mejor velocista del pelotón.
¿El resultado? Jasper Philipsen, ganador de la Milán-San Remo más rápida de la historia. El último maillot verde del Tour completó los 288 kilómetros a una velocidad media de 46,133 km/h y rompió la marca de Bugno en 1990, cuando hizo los 294 kilómetros a una media de 45.806 km/h.
Las opciones de Pogacar pasaban por endurecer lo máximo posible la carrera, que exige dar el do de pecho con las seis horas encima del sillín ya cumplidas. Que su ataque en el Poggio fuera demoledor dependía de sus propias piernas, pero también del trabajo que sus compañeros debían hacer antes, y eso no sucedió. El equipo emiratí partió de Pavia con su líder protegido por Covi, Del Toro, Hirschi, Novak, Ulissi y Wellens. Uno se lució, dos cumplieron sin brillo y del resto, ni rastro.
La velocidad comenzó a subir en Capo Berta, que se corona a 38,9 de meta. Novak aceleró y eliminó a Kristoff (Uno-X) y Laporte (Visma). Llegaron las primeras rampas de la Cipressa y el mexicano Del Toro se puso manos a la obra. Realizó una limpia espectacular. Enfiló el pelotón, lo partió y la selección estaba hecha, pero todavía quedaban dos kilómetros para coronar, el debutante de 20 años estaba fundido y a Pogacar solo le quedaba Wellens. Atacar, quemar al belga o ralentizar. Eran las tres opciones, y se apostó por esto último, provocando «una de las subidas más lentas» de la Cipressa, dijo Van der Poel.
Todo se limitaba al Poggio, pero sin esa dureza extra previa era complicado hacer diferencias en unas rampas que los profesionales superan a 40 km/h. Pogacar lo intentó en dos ocasiones y en las dos Van der Poel le respondió, quedando los dos en cabeza al paso de la cabina telefónica pero con solo unos metros de ventaja. Ambos se lanzaron en el descenso, el kamikaze Pidcock les dio caza y después vino el resto, con Pedersen, Stuyven, Alaphilippe, Mohoric -todos ellos ganadores en San Remo- o Philipsen.
Era el momento de gestionar el final, peligroso porque el ataque de un lobo solitario suele dejar dudas en decidir quién caza gastando unas fuerzas que en el sprint no tendrá. Pero Van der Poel no dudó. Saltaron Sobrero y Mohoric, el arcoíris lideró la persecución y sacrificó sus opciones por las de Philipsen, para superar por centímetros a Michael Matthews.
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