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Lo suyo fue una mezcla de orgullo, empeño, sacrificio, entrega sin descanso y un descaro juvenil fuera de lo común. Esta misma semana se cumple medio siglo de la mayor gesta del deporte leonés.
Es difícil encontrar la memoria de lo sucedido en Burdeos en 1973 cuando un grupo de jugadores de balonmano del colegio Maristas se plantaron para disputar un Campeonato de Europa que, sin embargo, era en realidad un Mundial.
Burgueño, Castro, Alberdi, Sahelices, José Luis, Sánchez, Máximo y César como jugadores de campo, además de Antoñanzas y Láiz como porteros, junto con Víctor Martínez como entrenador, formaron aquel ejército imbatible hasta la misma final.
Es imposible encontrar una hazaña similar en las hemerotecas pero la grandeza de aquella 'plata' obtenida no ofrece dudas. Ahora, medio siglo después, Tolo Antoñanzas, exalumno marista, recuerda que lo sucedido fue «algo que no se volverá a repetir jamás. Simplemente, es imposible».
Con cierta añoranza recuerda cómo aquella expedición, en la que no creía ni el propio Hermano Tomás, se completó con 'Pin' Vélez y el hermano Saturnino como representantes y delegados, además del federativo Rafa Sánchez.
De León a Burdeos se fueron en el autobús de la Cultural y Deportiva Leonesa, un lujo para la época, en un viaje que comenzó con anécdota: «Tuvimos que ir al Ejido, a la casa de uno de los jugadores, que no apareció para el viaje. Cuando llegamos estaba dormido y ni siquiera le había dicho a sus padres que tenía que ir a un torneo internacional a Burdeos. La leche el tío».
El objetivo de aquellos 11 magníficos no era otro que acudir al Campeonato de Europa como únicos representantes de España, una cita deportiva que multiplicó su importancia al alcanzar un escenario mundialista.
«El primer partido fue casi una toma de contacto, ante Francia 'B', y en ese logramos una victoria sin problemas», recuerda el emblemático 'Tolo'. Solo era el aperitivo de una competición que a partir de ahí se complicó por momentos.
Primero cuando tuvieron que enfrentarse a Alemania. Pero en ese encuentro la «furia leonesa», como la denominaba el popular 'Manso' en una crónica de los diarios de la época, permitió imponerse al equipo germano. El resultado, 8-7.
La segunda victoria llegó por la misma diferencia, un único gol ante la temida Yugoslavia (11-10) en un partido «impresionante».
Otra cosa fue la imposible final del campeonato, ante Francia. «Ya te puedes imaginar, en Burdeos, contra Francia, y con árbitros franceses. Ganar era imposible». Y el resultado lo dice todo 20-17. Los 17 tantos de los maristas evidencian su titánico derroche de energía sobre la cancha.
«Para nosotros lo conseguido fue inolvidable. Recuerdo que bajó al vestuario el presidente de la Federación Española y nos prometió el oro y el moro, incluida una gira por Estados Unidos. Bueno, nada de nada porque todo se quedó en promesas», recuerda 'Tolo'.
El resumen a toda aquella épica quedó plasmado en los periódicos de entonces. González Posada 'Manso' resumía lo ocurrido en una frase: aquellos chavales «escribieron en Burdeos la página más bella del balonmano leonés».
Este fin de semana se citan en León los protagonistas de aquella épica historia. Será en un acto tan sencillo como emotivo y con la memoria presente de quienes hoy nos están pero siempre mantuvieron el orgullo de haber vivido aquella hazaña deportiva.
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