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El hermano Tomás junto al busto que servirá para recordar su memoria.

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El hermano Tomás junto al busto que servirá para recordar su memoria.
León llora la pérdida de un personaje único

Fallece el 'hermano Tomás'

Enseña del balonmano leonés, formador de miles de alumnos y especialmente vinculado al balonmano y al Ademar León su adiós supone la pérdida de toda una enseña en la educación y el deporte de la capital

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León

Miércoles, 12 de junio 2019

Luto en León. Fallece el 'hermano Tomás'. Enseña del balonmano leonés, formador de miles de alumnos y especialmente vinculado al balonmano y el Ademar León su adiós supone la pérdida de toda una enseña en la educación y el deporte de la capital.

... Tomás Higarza Suárez (Monteciello, 6 de enero de 1928) forma parte de la hitoria de León y su figura supera, con creces, el terreno deportivo en el que puso su corazón y toda su alma.

Capilla ardiente en Maristas

La capilla ardiente se podrá visitar desde las 18:00 horas de este miércoles a las 20.30 horas en el Colegio Maristas San José de la capital. Este jueves estará abierta desde las 10:00 horas hasta la celebración de la misa de funeral, que será a las 17:00 horas.

Generaciones y generaciones de leoneses conocieron su tenacidad dentro y fuera de las aulas, su empeño inquebrantable por hacer esencialmente buenas personas, después buenos estudiantes y si, además fuera posible, los mejores jugadores del mundo.

El hermano Tomás legó al colegio Maristas San José en 1953´. Y fue entonces cuando algunas frases se hicieron enseña: «A mí bobadas no, que no soy una señoritinga. Yo me paso el verano segando hierba a guadaña en Teverga, como un oso».

'El Oso'

Quizá por esa frase, tan repetida, se quedó con el apodo de 'el Oso', aunque esa parte daba cuenta de su enorme fuerza y fortaleza, pero su bondad y su carisma estaba ya muy por encima de todo aquello.

La historia del hermano Tomás está salpicada de fe, servicio y oración, también. Todo un mundo que acompañó con ese agradable trato a sus alumnos. Agradable, y firme. «Hay que forjarles como personas, pero también hay que prepararles para una vida que también presenta dificultades y a las que hay que saber superar», aseguró en más de una ocasión.

Antes de llegar a León, cuando entró a formar parte de la congregación Marista, el hermano Tomás fue destinado a Lugo. Ocho hermanos eran demasiados para sacar adelante una familia que tuvo que pasar la guerra en Teverga (Asturias), donde nació en 1928. El decidió hacerse fraile, fraile primero de sotana y luego de chándal.

El Deporte y los jóvenes

En Lugo, según dice, tuvo su primer contacto con el mundo del deporte: «Descubrí que era la mejor forma para estar en contacto con los jóvenes, porque era un contexto en el que ellos se encontraban especialmente a gusto», según recordaba en la historia del Ademar publicada por el desaparecido periódico La Crónica-El Mundo. En un principio, no se especializó en una modalidad concreta, sino que su especialidad fue el deporte. Cuenta que eran los mismos alumnos los que practicaban todos los deportes, y que eso hacía más fácil su compenetración.

Eso mismo le ocurrió cuando llegó a León. Encontró un grupo de chavales que habían crecido juntos y a los que les daba igual tener un balón entre las manos que entre los pies o que ponerse a saltar vallas. Le pidieron que les acompañara a Madrid, a participar en los Campeonatos Escolares que se disputaban en la Ciudad Universitaria y le encargaron dirigir los equipos de balonmano y voleibol, según indicaciones del que entonces era entrenador de Maristas, Julio Bravo Ducal. Después de aquel campeonato, en el que los leoneses no consiguieron estar entre los primeros pero sí cuajar una buena actuación, la pasión por el deporte del hermano Tomás pasó a ser obsesión.

Balocensto, voleibol... balonmano

En 1963 fue destinado otra vez a Lugo. Allí, durante los cinco años que estuvo en su segunda etapa, aprovechó para sacar los títulos de entrenador de baloncesto y de árbitro de voleibol, recuerda el mismo diario.

Volvió a León en 1968. Para quedarse. Para enseñar todas aquellas virtudes que a un joven le puede aportar el deporte: el reparto de esfuerzos, ilusiones, responsabilidades y también de triunfos, el espíritu de equipo a fin de cuentas. «Yo les recomendaría a los padres que obligaran a sus hijos a hacer algún deporte de equipo, no necesariamente el balonmano. Se aprenden muchos valores compartiendo vestuario», dice Tomás. Aquel mismo año, recién llegado a León, se hizo con los títulos de árbitro y entrenador del balonmano, al que pasó a dedicar prácticamente todas sus energías, que son muchísimas.

El hermano Tomás hizo del balonmano una de sus señas de identidad hasta que acabó por convertirse él mismo en una de las señas de identidad del balonmano, al menos de su cantera. A nivel nacional. A nivel a internacional. Su fama creció con el Ademar.

Emblemas del deporte

En su despacho se revivía la historia del deporte. Allí repasaba fotografías de las que brotaban nombres que han formado parte de la élite del balonmano nacional. A muchos de ellos los descubrió él. A otros muchos los formó cuando empezaban a destacar en el mundo del balonmano. Hoy, su mayor orgullo es saber que se formaron como jugadores en el patio de los Maristas, una factoría de estrellas que ha terminado por convertirse en referencia del balonmano nacional.

Las técnicas de reclusión, según cuentan los que las experimentaron, eran de lo más variado. De entrada, aquellos alumnos de Maristas que destacaban por su altura o por su corpulencia, aunque no se les conociera ninguna otra habilidad, rápidamente eran citados en el campo de balonmano para entrenarse. Otros habían elegido otros deportes, pero el hermano Tomás decidía por su cuenta que lo suyo iba a ser el balonmano y en seguida les reclutaba para su equipo. Así, hasta que eran los propios chavales los que se convencían de que el balonmano iba a ser el deporte de su vida.

«Hasta dónde llegaremos es una incógnita»

En los años setenta, en una entrevista publicada por un periódico local, el hermano Tomás afirmaba: «No entiendo a esa juventud de guateques y discotecas». Sigue sin entenderlo. Sigue entrenando, sigue motivando, sigue estudiando a los rivales, sigue ganando partidos y sigue creando joyas del balonmano que pasan después a convertirse en jugadores profesionales, algo que a él le llena de satisfacción.

Sus méritos deportivos han sido reconocidos por diversas instituciones (tenía la Medalla de Oro de la Federación Española de Balonmano, entre otros galardones, que le entregaron en Valladolid en un partido que enfrentaba al equipo local con el Barcelona), pero a buen seguro que el mérito del que más presume él es de haber contribuido a la formación de muchos de los que hoy son ídolos de los más jóvenes.

«Hasta dónde llegaremos es una incógnita», sentenciaba en aquella entrevista de La Crónica-El Mundo. Hoy se sabe hasta dónde llegará, será eterno en León, en sus gentes, en el deporte, en el balonmano, en el Ademar, en el Colegio Maristas y en la vida de todas y cada una de las personas que de algún modo le vivieron en primera persona o conocieron de su buen hacer y buen saber.

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