El «eterno» Carou ultima su carrera entre la cancha y el banquillo

Ambos han compartido concentración durante la pasada semana en la capital leonesa, lugar más que conocido por Carou después de once campañas en Ademar y donde vivió su etapa más destacada.

El jugador con más mundiales -once-, partícipe de los tres Juegos Olímpicos consecutivos con Argentina y que también tiene el registro de mayor número de partidos disputados por un extranjero en la Liga Asobal, superando al guardameta sueco Tomas Svenson, apura su longeva carrera en una categoría inferior.

Llegó muy joven al desaparecido Juventud Arrate y allí coincidió con el actual seleccionador español Jordi Ribera, que le reclutó para el Ademar, donde vivió dos etapas durante más de una década en León, aunque al final no terminara como hubiera deseado. Continuó en Puerto Sagunto y emprendió la nueva experiencia en Oviedo.

A pesar de sus 43 años, sigue sin ponerse un fecha de caducidad en su longeva carrera como jugador, pero ahora reparte el tiempo con su nueva pasión, el banquillo, tanto con la cantera del club ovetense como con la selección argentina en la que capitanea, como ayudante de Milano, el necesario cambio generacional.

De hecho, la despedida de Carou coincidió también con la de otros nombres ilustres como el mayor de la saga Simonet, Sebastián, también en labores con el combinado albiceleste, y como otro exademarista, Federico Vieyra, responsable desde los despachos de la dirección de la absoluta.

Su debut, un año antes del mundial de Suecia y Polonia llegó en el campeonato Centro Sur en Brasil, en lo que suponía el primer torneo en la etapa post-Manolo Cadenas con la continuidad de jugadores con peso específico y las nuevas hornadas y con el deseo, según manifiesta en declaraciones a EFE, de «ser capaces de superar lo conseguido».

En todo caso, el veterano pivote, cuya aportación fundamental es impartir su talento defensivo, es consciente que resultará «difícil de conseguir, al menos a corto plazo».

«Por eso hay que tener paciencia, algo que no siempre ha existido en la selección y se demostró durante la etapa de Jordi Ribera como seleccionador», señala.

Precisamente del técnico catalán reconoce haber aprendido numerosas lecciones que ahora intenta aplicar «como su forma de saber comunicarse con los jugadores, con tranquilidad, pero a la vez, firmeza para saber llegar a cada uno fruto de la explicación e hizo que me cambiara la visión sobre cómo ver el balonmano».

De Manolo Cadenas, con el que también vivió una etapa, coincidente con su doble función como seleccionador argentino, valora su «obsesión por siempre buscar cosas nuevas y el trabajo y trabajo incansable, además de contagiar, como también ocurría con Rafa Guijosa, su forma enérgica de transmitir, siempre más fácil cuando los resultados acompañan».

De todos ellos dice haber aprendido «aspectos importantes que suman para el aprendizaje» en una carrera que, reconoce, «está empezando y quedan muchos pasos por dar», aunque admite que cada vez piensa más como entrenador que como jugador.

Carou pone en valor el «sello argentino» que caracteriza a todos los jugadores que han llegado, en su mayor parte, al balonmano europeo «quizá fruto de ese carácter inconformista de no rendirse nunca y crecerse ante los desafíos, intentando dar siempre el cien por cien».

De momento su presente está en una cancha como jugador por encontrarse en una situación «ideal para seguir jugando por el trato del club y el estado de forma», pero en el punto de mira está el seguir ampliando su trayectoria como técnico donde ha tenido grandes maestros en Ribera o Cadenas.