Llegaba el Real Madrid agotado física y mentalmente a la Copa del Rey, pero a este equipo ganador de Pablo Laso nunca se le puede dar por muerto y, mucho menos, cuando está en juego el título en una competición tan corta como es el ... torneo del KO, en el que los blancos son especialistas. El Madrid disputará este domingo su octava final consecutiva de Copa después de una remontada de auténtico campeón frente al Tenerife, que llegó a tener 18 puntos de ventaja en el segundo cuarto (22-40) y acabó sucumbiendo frente a tan potente rival, que reaccionó a tiempo y volvió a exhibir su característica casta para dar la vuelta al partido y continuar con la defensa de la corona.
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Este Real Madrid, juegue bien, mal o regular, como ocurrió frente a un Tenerife que firmó una gran primera parte, tiene tal gen competitivo y ambición que, aunque esté no sea espectacular y esté rodeado de dudas, siempre tiene que ser considerado favorito en la Copa, en la que ha llegado a conquistar seis de los últimos once títulos, acostumbrado a remar contracorriente y a sufrir, como ocurrió en una primera semifinal en la que los blancos dispusieron de dos armas letales, Fabien Causeur y Gaby Deck, que se repartieron 36 puntos, del que es ahora el pívot más determinante de Europa, Edy Tavares (15 rebotes y cuatro tapones), y de un jugador superlativo que derrocha carácter, Sergio Llull, que revolucionó a su equipo y recordó al de sus mejores tiempos. También Jaycee Carroll colaboró para dar la vuelta al marcador y arruinar los 22 puntos del incombustible Marcelinho Huertas y el trabajo del conjunto de Txus Vidorreta, sobrepasado tras el descanso por la experiencia y fortaleza psicológica de un bloque que siempre sabe cómo apretar y jugar cuando la situación se complica.
Demasiado se le puso cuesta arriba el encuentro al Madrid cuando desde el inicio del segundo período el Tenerife comenzó a acribillar a los blancos desde la larga distancia, comandado entonces por Bruno Fitipaldo, por el rebote y por el ritmo que impuso el conjunto canario, que no permitía correr al defensor del título y líder de la Liga Endesa, que es como más disfruta el campeón. Siempre a remolque los blancos, mientras Huertas dirigía y Fran Guerra hacía mucho daño en la pintura, el Madrid, al que tanto le costó entrar en juego, demasiado relajado y sorprendido por el acierto del adversario, tampoco tenía éxito en los triples. Una prueba de su desconcentración inicial, como lamentó Pablo Laso, fueron también sus fallos en los tiros libres, mientras la defensa del Tenerife y su mayor intensidad llevaban a un terreno desconocido el choque.
Real Madrid
Alocén (5), Causeur (18), Deck (18), Thompkins (6) y Tavares (6) -quinteto inicial-. Rudy Fernández (5), Abalde (-), Tyus (3), Laprovittola (2), Garuba (-), Carroll (11) y Llull (11).
85
-
79
Lenovo Tenerife
Fitipaldo (13), Salin (3), Cavanaugh (8), Doornekamp (8) y Guerra (15) -quinteto inicial-. Yusta (-), Huertas (22), Rodríguez (-), Shermadini (1), Butterfield (3) y Sulejmanovic (6).
Parciales: 19-23, 21-23, 25-16 y 20-17.
Árbitros: Peruga, Perea y Padrós. Eliminados: Caseur y Doornekamp.
Incidencias: Primera semifinal de la Copa del Rey de 2021, disputada en el WiZink Center, a puerta cerrada.
Fue preciso que el Real Madrid se viese con tanta desventaja para que el conjunto de Laso fortaleciese su defensa antes tan endeble y surgiese la figura del explosivo Llull, que se echó el equipo a las espaldas y contagió de garra y orgullo a sus compañeros. El Tenerife comenzó a asustarse en ataque y, también en defensa, ante las penetraciones y canastas del escolta balear, y cuando por fin apareció el contragolpe blanco, el Madrid le metió al conjunto insular un parcial de 7-0 que dejaba a los blancos seis puntos abajo (40-46) al final de la primera parte. Esa era la mejor noticia para el Real Madrid, que después de haber estado muy errático en el tiro y sin solidez atrás hasta que comenzó a reaccionar, perdía por solo media docena de puntos al descanso. Después de la superioridad y la energía que le había puesto el Tenerife en el primer tiempo, los blancos habían conseguido recortar una diferencia tan amplia y amenazante a base de sacrificio defensivo, de velocidad y de acierto cuando antes, cegado en ataque, tanto había fallado tiros bastante fáciles.
Comenzaba así un nuevo partido en el segundo tiempo en el que, sin embargo, con el dúo Huertas-Guerra, el Tenerife seguía peleando, agarrado también a su rebote defensivo, mientras los blancos sobrevivían con Deck y con la intimidación y grandeza de Tavares, que anuló a Shermadini cuando se esperaba un duelo tremendo por dentro entre el caboverdiano y el georgiano. Sin embargo, cuando el equipo de Vidorreta volvió a ponerse nueve arriba (48-57) y se encencieron de nuevo las alarmas en el Madrid, emergieron el talento y la puntería de Carroll, Llull y Causeur, para firmar la gran remontada a un minuto y medio del final del tercer cuarto (61-59), gracias a una canasta del francés, que lograría de inmediato un triple que abrió de forma definitiva el camino al triunfo. Con el oficio y la mentalidad ganadora de los blancos la victoria ya no se les escapó en el tramo decisivo.
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