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RUBÉN FARIÑAS
León
Jueves, 17 de mayo 2018
Emoción desbordada, recuerdos y anécdotas. León lo apostó todo al amarillo, a su equipo, a un fenómeno irrepetible llamado Elosúa cuyo espíritu ha regresado a la ciudad.
Reggie Johnson, Essie Hollis, Willy Villar, Xavi Fernández y Gustavo Aranzana han recuperado la magia por el baloncesto, una magia que embrujó a León.
Fue el alero del equipo entre 1986 y 1988 y marcó un antes y un después en el deporte de la canasta: ser el primer americano de color en vestir la camiseta leonesa. Essie Hollis ha regresado, 20 años después, a una ciudad de la que se fue como líder. «Me acuerdo de la gente, era bastante buena; eran el sexto jugador en la cancha y nos ayudaron muchísimo a ganar los partidos animando a los jugadores».
El Foro Internacional del Deporte ha logrado reunir, treinta años después, a estos héroes con capa amarilla. Otro de ellos es el ala-pivot, Reggie Johnson, único jugador de Elosúa que cuenta con un anillo de la NBA.
Fue una sorpresa para él que le llamaran para acudir a este acto, igual que lo fue para Raymond Brown cuando le contó que volvía a León. «Estoy encantado de ver a los chicos y regresar aquí». Éste militó en el conjunto leonés entre 1991 y 1995.
Esa piña, esa simbiosis entre León y Elosúa, ha vuelto a rodar para recordar esa conexión tan especial. Si hubo un líder en aquella época para la afición ese fue Xavi Fernández.
Tres tiros libres, en el destierro de Lugo, pusieron la primera pica de un éxito nacional que puso a la ciudad en el mapa. Cinco temporadas en León que para Xavi han vuelto a renacer desde el primer momento que se encontró con sus antiguos compañeros. «Nos hemos visto y, después de los abrazos, a los cinco minutos ya han salido las conversaciones, la química que había que demuestra que habíamos sido parte de lo mismo».
Y esa química se ha notado en la sede de Abanca, cuando han recordado a un equipo que enganchó a León.
Repartiendo recuerdos, como hacía con las asistencias, el base Willy Villar destacó la figura de Reggie «este te metía la última siempre, luego estaba Xavi que te hacía los 25 durante el partido, pero cuando había que ganar, las tres para ganar las metía Reggie; era un líder silencioso y un gran tipo».
El culpable de que León alcanzara la élite no fue otro que Gustavo Aranzana, arquitecto del espíritu Elosúa y su marea amarilla. Logró los dos únicos ascensos a ACB para Baloncesto León y en sus anécdotas destaca una que cambió la historia del club.
«Fue un batacazo que el señor Salguero nos cerrara el pabellón –tras unos incidentes con un árbitro-. Luego fuimos a Andorra, y llegó la famosa falta de Lugo –tres tiros libres que anotó Xavi Fernández para forzar una prórroga-. Cerrarnos el campo, tener que ir a Lugo, los autobuses y todo lo que se formó; todo ello ayudó a crear eso, algo que era un tema ya social, de decir: ahora vamos a subir y vamos a subir fuera y aunque nos cierren el campo vamos a ascender».
El hambre, la ambición personal y deportiva y las ganas de demostrar su potencial hizo del equipo una familia. Una familia a la que León se enganchó, como una fiebre amarilla que ha recorrido de nuevo una ciudad eternamente agradecida.
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