Rudy Fernández y Sergio Llull levantan el trofeo de la Copa del Rey. Daniel Pérez / EFE
Copa del Rey / Final

El Madrid apuntala su hegemonía con una deseada Copa

Cuatro años después de su última corona en el torneo, el conjunto blanco, mucho más hecho que el Barça, repite título en Málaga

Domingo, 18 de febrero 2024

El Real Madrid es hoy por hoy el mejor equipo de España y posiblemente de Europa. Su dominio en el baloncesto ACB lo confirmó un título de la Copa del Rey para el que era el máximo candidato y que acabó conquistando, haciendo buenos los ... pronósticos. Al Barça, que dejó grandes momentos en el torneo, todavía le queda trabajo para alcanzar al eterno rival. Su proyecto, con Roger Grimau al frente, acaba de echar a rodar mientras que el de Chus Mateo, que es continuista respecto a la gloriosa etapa de Pablo Laso, presume de sólidos cimientos.

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En Málaga, donde había conquistado su último título copero en 2020, el Madrid cerró una racha de tres ediciones sin metal. Apuntaló así su hegemonía, en una temporada que puede ser histórica, de momento con la Supercopa y la Copa en sus vitrinas. Actualmente tiene más recursos que nadie, como confirmaron los seis jugadores blancos con 12 o más puntos y el hecho de que Vincent Poirier, inicialmente llamado a ser una alternativa a Edy Tavares, se destapase con una actuación memorable, especialmente en el último cuarto, el que decidió el destino del torneo.

El Barça, con un quinteto inicial muy físico, no pudo evitar la contundente puesta en escena del Real Madrid (9-2), con Dzanan Musa como anotador preferente y generosas dosis de magia de Campazzo, un jugador de dibujos animados otra vez coronado MVP. Anotaba con facilidad el equipo blanco mientras Satoransky y Jabari Parker trataban de replicar en la canasta contraria.

Real Madrid

Campazzo (18), Musa (15), Deck (13), Yabusele (15) y Tavares (4) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (-), Llull (2), Causeur (-), Rudy Fernández (-), Abalde (-), Hezonja (12) y Poirier (17).

96

-

85

Barcelona

Satoransky (15), Kalinic (3), Da Silva (-), Parker (19) y Vesely (14) -quinteto inicial-; Jokubaitis (7), Laprovittola (6), Brizuela (8), Abrines (2), Parra (3), Willy Hernangómez (8) y Nnaji (-).

  • Parciales: 19-19, 24-26, 23-18 y 30-22.

  • Árbitros: Conde, Serrano y Padrós. Eliminado por cinco faltas Vesely.

  • Incidencias: Final de la Copa del Rey disputada en el Martín Carpena de Málaga.

Dominaba el Madrid hasta que entró en trance Laprovittola, uno de esos escasos tipos capaces de ganar un partido solo con su talento. Dos triples consecutivos del argentino y un palmeo 'in extremis' de Willy Hernangómez, hasta ese momento opacado por Tavares, llevaron la final igualada a su primera pausa.

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Arreón del Barça para iniciar el segundo cuarto. Jokubaitis vio enorme el aro durante unos minutos pero la pequeña escapada azulgrana la neutralizó rápidamente una reacción madridista comandada por la entrada en la cancha de Mario Hezonja. Máxima igualdad, como cabía esperar del quinto clásico del curso, con mucha diferencia el más importante hasta ahora.

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Vibrante por momentos, con un ritmo impropio de una final, el duelo maravilló antes del descanso con el particular concurso de mates que improvisaron Poirier y Parker para deleite del público del Carpena. Y es que el choque entre los dos gigantes del baloncesto español, también los mejores en Europa, estuvo a la altura de la expectativas con un ligera ventaja culé al descanso merced al acierto desde la distancia de Kalinic sobre la bocina.

Poirier, desatado

El paso por los vestuarios no cambió la tónica de intercambio de golpes. Vesely se impuso en la batalla en la pintura y Deck se trabajó cada canasta al más puro estilo Tortuga. Cada mínima ventaja, como los tres puntos con los que el Madrid alcanzó los últimos diez minutos (66-63), era un auténtico tesoro. 

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Llegó la hora de la verdad y Poirier asumió la responsabilidad, en una bonita batalla bajo los aros contra Willy Hernangómez, pero fue el triple el que disparó al Madrid. Deck, el que siempre suma más de lo que parece, y Yabusele acertaron desde lejos y acercaron al equipo de Chus Mateo al deseado trofeo con un interesante +9 (77-68) a menos de cinco minutos para el final.

Contra las cuerdas, el Barça se entregó en manos de Vesely, el único capaz de encontrar los puntos que el conjunto de Roger Grimau necesitaba de forma urgente para evitar la capitulación. Sin embargo, el gigante que se comportó como tal vestía de blanco. Poirier rescató un tiro libre errado de su compatriota Yabusele, frenó el ataque del Barça, capturó el rebote defensivo y catapultó al Madrid hacia el título con un mate. La final estaba vista para sentencia, confirmando la hegemonía blanca en la actualidad.

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