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Amador Gómez
Miércoles, 30 de marzo 2016, 09:31
«El 80% de los equipos de la NBA no juega bien». La reciente sentencia es del veterano jugador argentino Pablo Prigioni (38 años), que cumple su cuarta temporada en la considerada mejor competición del mundo después de 13 campañas en la Liga ACB. ... Aparte de que para enganchar a los aficionados y potenciar las audiencias, que es de lo que realmente se trata en este negocio, en la búsqueda de este objetivo es básico desplegar un baloncesto espectacular, alejado del tedio del llamado 'básquet-control', pero sin olvidar que «en la NBA, los partidos más competidos se deciden en los 60 segundos finales, cuando la autoorganización entre los elementos del sistema puede ser la clave». Es una de las conclusiones del estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Física de la Universidad de Las Palmas tras examinar cómo se estructuran los equipos en 6.130 partidos de la NBA y que permite asegurar que el baloncesto «se asemeja a la evolución constante que deben desarrollar los seres vivos para mantenerse en la naturaleza».
«En los 60 últimos segundos el juego es completamente caótico, pero en el sentido científico de la palabra. Parece aleatorio, sin sentido, aunque no lo es», destaca Yves de Saá Guerra, uno de los coautores del estudio publicado por el 'International Journal of Heat and Technology' y reflejado por la agencia Sinc. En el afán por la supervivencia, al estilo de las especies animales, los equipos «luchan continuamente al máximo nivel sólo para subsistir, no para asegurar el triunfo» y «es la capacidad de que surjan nuevos comportamientos en los equipos lo que hace a deportes como el baloncesto muy atractivos para los aficionados y los medios de comunicación», apunta De Saá Guerra.
Los detractores del juego de la canasta insisten sin embargo en que para disfrutar de él es suficiente con presenciar el minuto final y, siempre que el duelo esté igualado. «En esos últimos segundos las faltas juegan un papel principal (un 94,02% de los puntos anotados en ese período). Es aquí donde puede resultar fundamental la colaboración, intercomunicación, apoyo mutuo y estrategias de juego», se destaca en el estudio. Por supuesto, siempre ha habido y habrá excepciones sonadas para decidir por uno mismo si en la lucha depredador-presa el arma es de Michael Jordan, Kobe Bryant, Drazen Petrovic, ahora de Stephen Curry... y en el baloncesto español, de Juan Carlos Navarro o Sergio Llull, en su día calificado por Marc Gasol como «el chico que acaba de llegar (a la selección que se estrelló en la última jugada ante Turquía), pero que hace un mes metió la canasta del año, con un triple desde su campo que dio la victoria al Real Madrid frente al Valencia sobre la bocina. «Ha sido un churro», dijo el balear. La suerte también se entrena y, como en la misma naturaleza, es el destino el que marca el camino de cada cual.
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