JUAN LÓPEZ
Sábado, 9 de mayo 2020, 19:06
«Ahora valoro más las pequeñas cosas. Simplemente sentir el aire en la cara cuando entreno en la carretera, el sonido de los animales, el campo tan bonito como lo tenemos ahora en Ávila, que antes casi ni te fijabas…. Debo sentirme afortunado de ser ... profesional en el deporte que me gusta». Poco a poco, el ciclista abulense Diego Rubio, del equipo Burgos BH, sale estos días a recorrer las vías de la provincia, de la que de momento no puede salir a pesar de su permiso especial como deportista de alto nivel. El estado de alarma le sorprendió en su pueblo, Navaluenga, y desde el lunes, el sonido de sus ruedas deslizadas por el asfalto se escucha desde el Valle de Iruelas hasta Amblés e incluso en Ávila capital. «Tengo la fortuna de vivir en una provincia que ofrece variedad de circuitos para el ciclista», sentencia.
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Los deportistas de alto nivel de Castilla y León practican, tras el permiso específico del estado de alarma, sus disciplinas al aire libre, en los lugares habituales donde lo hacen sin pandemia que lo evite: monte, ríos o carreteras. Son los ejemplos de Diego Rubio y de los olímpicos segovianos Javi Guerra y David Llorente.
Por el momento, el ciclista entrena de forma individual, aunque a veces sale a hacerlo, por supuesto manteniendo todas las distancias, con su paisano y mítico Paco Mancebo. A día de hoy, su máxima preocupación es la incertidumbre por la propia evolución de la pandemia y que muera la menor gente posible. A título individual, admite echar de menos el contacto social con familia y amigos, a pesar de estar ciertamente acostumbrado, pues su condición de corredor profesional le obliga «a estar mucho tiempo fuera». «Ahora te das cuenta de eso. Cuando todo pase intentaré estar más tiempo con la gente que más me importa, porque en un momento te cambia la vida y ya no puedes hacerlas», remarca.
Rubio, escalador nato de 26 años, aprovecha estos días para subir y bajar puertos, después de 50 días «complicados», en los que la única alternativa era el entreno en rodillo, una práctica que para una semana o quince días «puede servir, pero no se puede simular tanto la carretera». Por eso, para no perder la forma, durante el confinamiento ha mantenido la práctica en el gimnasio, ha cuidado su nutrición y siempre bajo las pautas de su entrenador. «No he cogido nada de peso, que era un objetivo que me marqué para que cuando pudiéramos volver a salir. Esta semana la dedico a rodajes más largos y acumular horas y laque viene, trabajo más específico», avanza el corredor abulense, quien tenía puestas grandes esperanzas en el año 2020 para dar un paso más en su carrera profesional.
Por el momento, ese avance deberá ser un poco más lento, no por él, que fuerzas no le faltan, tal y como detalla a Ical, pero la ausencia de competición es un hándicap importante para un profesional. «En el ámbito deportivo el problema más grande es la incertidumbre de no saber cuando podremos competir», vaticina. A pesar del calendario aprobado hace dos semanas por la Unión Ciclista Internacional (UCI), en el que solo salva a las tres grandes: Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España (las dos últimas incluso se solapan en otoño en unos días), Rubio asegura que ni siquiera es fijo que se «pueda cumplir».
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«El fútbol se puede jugar sin público, pero una carrera ciclista mueve mucha gente de todo el mundo», prosigue. Solo en el equipo burgalés se desplazan ocho ciclistas, más auxiliares, la organización…, «y es difícil poder juntar a tanta gente sin riesgo». Sin embargo, Burgos BH tiene la esperanza de correr la Vuelta entre el 20 de octubre y el 8 de noviembre, como en los dos últimos años, después de la cancelación ya oficial de competiciones habituales como la del País Vasco, Cataluña, Castilla y León o Madrid. «Ojalá salga definitivamente la Vuelta, porque a nivel de equipo y publicidad salvaría el año», desea Rubio, para poder repetir el éxito de 2019, con la victoria de etapa de su compañero Ángel Madrazo.
En un calendario que se ha convertido en un solar por las múltiples suspensiones a causa de la covid-19, el equipo aún confía en celebrar su carrera, la Vuelta a Burgos, del 28 de julio al 1 de agosto, un escenario que se debate estos días con la Diputación Provincial. Siempre quedarán las carreras en Portugal, que por el momento se mantienen en pie por su mejor situación epidemiológica. «El problema será desplazarse», dice Rubio, quien prefiere competir con público, «porque es la base del deporte profesional y significaría que estamos en la normalidad, pero si este año la única manera de salvarlo tiene que ser sin público, pues tendrá que ser así».
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«Allí empecé»
Aguas abajo del embalse del Pontón Alto, junto a su pueblo, Palazuelos de Eresma, el segoviano David Llorente vuelve estos días a sentir el agua y empaparse, claves para su entrenamiento diario de K1 Slalom en aguas bravas, disciplina de piragüismo para la que había obtenido plaza en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. «Es el paraje del río Eresma en el que empecé», destaca el joven deportista, de 23 años, en declaraciones concedidas a Ical, junto a la escuela de piragüismo. «Me vienen recuerdos de pequeño», rememora. Pero pensando en Tokyo admite «no estar en las mismas condiciones», por lo que «habrá que currar fuerte» en estos más de 14 meses que restan, «porque hay deportistas en otros países que no han parado».
Llorente practicaba en Londres cuando cuando se decretó el estado de alarma en España, momento en el que decidió regresar. En la capital británica existe un canal muy similar al que acogerá la prueba olímpica en Japón. Un ergómetro, aparato que simula el paleo, ha permitido al segoviano mantener sus brazos en forma. Y por supuesto las pesas. «Físicamente estoy bien. Hago gimnasia, yoga, fortalecimiento y eso me ayudará a la vuelta. Me permite ir a ahora a remar, pero claro, soy de Segovia, y solo tengo un pantano y el río. Es complicado porque me dedico a aguas bravas», lamenta. Todo ello a pesar de que ha colocado alguna «puerta» para los gestos técnicos.
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Por ello, requiere de desplazamientos fuera de su provincia, pero en función de las diferentes fases de la desescalada, aún no lo tiene permitido. Sus lugares preferidos son los canales de Sabero (León) y Seo de Urgel (Lérida), donde se disputó esta modalidad en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. «Espero que sea pronto porque si no, no puedo progresar lo mismo que mis compañeros. Por ahora hay que esperar», se resigna, ya que la próxima semana ya abren los centros de alto rendimiento, donde existen protocolos para no estar más de tres personas en el agua y no coincidir.
Llorente reconoce haber aprendido en el confinamiento a «valorar aspectos que no había terminado» en casa, como aprovechar para incrementar los créditos de sus estudios a distancia de Ingeniería Informática en la Universidad Isabel I de Burgos. Y augura que la sociedad «saldrá más reforzada». «A nivel colectivo aprenderemos más a valorar las pequeñas cosas. De tenerlo todo a no salir apenas de casas, estar con los amigos, salir a dar un paseo por el campo…. Todo esto va a ser distinto», opina. El joven deportista apela a la responsabilidad para cuando se escale de fase «y haya más libertad para moverse». Sus esperanzas residen en la salida de esta crisis por el bien del país y por soñar en este año hasta los Juegos Olímpicos. «Pienso muchas veces en Tokyo. Y sobre todo en llegar a la final. Quiero soñar», resopla.
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Respeto a los deportistas
En los últimos días, el maratoniano segoviano Javi Guerra, de 36 años, ha saltado a las portadas de algunos medios de comunicación tras denunciar el comportamiento de paseantes que le han increpado por salir a correr en las horas destinadas a los mayores de 70 años. Pero le quita importancia: «Tuve un pequeño problema con la gente que le cuesta entender que los deportistas de alto nivel podemos salir a cualquiera hora», informa el atleta, quien ha decidido evitarlo acudiendo a entrenar a lugares donde no se cruce con gente, en Navacerrada, Navafría o en pueblos como Garcillán, donde puede hacerlo desde el lunes, y limitar sus carreras por la ciudad de Segovia entre las 6 y las 10 horas. «Este horario no me ocasiona un destrozo en mi rutina», defiende.
¿Cómo le ha afectado a un hombre acostumbrado a correr decenas de kilómetros a diario este confinamiento? «Evidentemente claro que perjudica. Estábamos a cuatro meses de unos Juegos Olímpicos y de repente por esta pandemia el objetivo está a más de un año. Se trata de relativizar, tratar de tener buena mentalidad, consciente de lo que está pasando y no tener prisa. Cumplir etapas y marcar objetivos a corto plazo para no ponerse nervioso; para que no sea peor», detalla.
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La cinta ha sido su tabla de salvación en estas últimas semanas, con 45 o 50 minutos diarios, aunque «no es lo mismo». A ello se suma la bici estática.
Pero como todos los deportistas de élite, Javi Guerra necesita competir. «Ojalá se puedan celebrarse maratones a final de año, solo con atletas de élite. Correrlo no me vendría mal porque quedarían ocho meses para los Juegos; pero hablamos por hablar. Hablar de este maratoniano segoviano, que logró su plaza para Tokyo tras proclamarse campeón de España en Sevilla en febrero, es destacar la tan manida frase del ejemplo de superación. Confía en poder estar en Japón en 2021 en un buen momento de forma, después de perderse, con 32 años, la cita de Río de Janeiro en 2016, tras sufrir una tromboflebitis que le impidió acudir.
Y lanza un mensaje de fuerza a la sociedad, pero también de mentalidad: «Espero que aprendamos esta lección que hemos recibido. Que seamos más humanos, mejores personas y más solidarios. Es la principal razón por la que hay que luchar y valorar todo lo que tenemos, como es la sanidad, porque sin ellos no hubiéramos salido adelante», comenta Guerra, sin olvidar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y todo el entorno de cada uno, «que si antes se valoraba, ahora mucho más, entre los que cita a su mujer, masajista y entrenador, que «permiten que pueda correr al máximo nivel».
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