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Un instante de la carrera de la primera jornada de la Riaño Trail.

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Un instante de la carrera de la primera jornada de la Riaño Trail. @vickybarbadillo | @jlopferrera

Una 'rave' en el corazón de Picos de Europa

Caín, un lugar tan inaccesible como bello, sirve de llegada a la primera etapa de la Riaño Trail Run, con los triunfos de Francisco Estévez y Ana Alonso

Luis Javier González

Caín de Valdeón

Viernes, 23 de junio 2023, 20:12

Vicky Barbadillo, corredora por montaña y fotógrafa, ha acuñado un concepto que define una disciplina: la psicopatía del trail. Dícese de aquel que se apunta a cualquier carrera sin pensar en el kilometraje, el desnivel, el recorrido o la meteorología. Cuando el reto se presenta, ... la decisión está ya tomada. Con el paso de los años, esa dolencia ha pasado de enfermedad rara –aquellos locos que iban en pantalón corto y zapatillas por el monte– a virus, un fenómeno en auge que ha llevado a un sinfín de neófitos a descubrir la naturaleza con las pulsaciones por las nubes. Y que ha dado prestigio nacional a pueblos como Caín de Valdeón, un enclave sin un metro llano rodeado de montañas que transmite un sentimiento de claustrofobia. Allí ha terminado este viernes la primera etapa de la Riaño Trail Run, el recorrido más largo de una de las carreras de montaña por etapas más exigentes de España.

El acceso a Caín ya es complejo en carretera, por un desfiladero estrecho en el que el conductor reza por no encontrarse a otro vehículo de frente porque la maniobra es obligada. Si cuesta en asfalto, imagínense el resto. El pueblo, conocido por servir de partida a la Ruta del Cares, uno de los itinerarios más turísticos de los Picos de Europa, solo tiene subidas y bajadas, como la que condujo a los corredores a meta tras recorrer 36 kilómetros con cerca de 3.000 metros de desnivel positivo desde Oseja de Sajambre.

Momento para la salida

Allí empezó todo a las 8:15 horas, la primera etapa del año pasado realizada en sentido inverso por facilitar l logística. El complejo acceso a Caín lo condiciona todo porque el punto más cercano para recoger a los corredores es Posada de Valdeón –los autobuses no pueden adentrarse en el desfiladero– y obligaba a la comitiva a salir de Riaño a las 6:30 horas para correr a las 9. Al cambiar el orden, el traslado se acorta a algo más de media hora y aprovecha que Caín tiene más hostelería. «Nosotros encantados», sonreía uno de los negocios. Porque en la meta se consume más que en la salida.

Desde el mirador que supone la última subida, Caín es como una piscina que está a un kilómetro vertical de distancia. «Desde arriba parece que tenéis una rave montada», resumió uno de los corredores para disgusto de los gatos, asustados. Francisco Estévez fue el primer invitado a la fiesta. El canario narró emocionando cómo se acercó y se alejó de sus dos rivales hasta que se vio más fuerte y les adelantó en la última subida para llevarse el triungo. «Estoy muy agradecido por una experiencia que no voy a olvidar en la vida». Explicó el reto que supone dosificar en una general. «En la última bajada se me venía a la cabeza que tengo dos etapas más y las quiero hacer».

La cita del sábado

La del sábado, con salida y meta en Valverde de la Sierra, tiene 21,5 kilómetros, 1825 metros de desnivel positivo y sube al Espigüete; la del domingo, con salida y meta en Riaño, 23,7 kilómetros, añade 1.373 metros de desnivel y corona el Gilbo. La victoria femenina fue para Ana Alonso, una esquiadora de montaña que lleva balizando la prueba desde la edición de prueba. Se dio el gusto de correr por un circuito que conoce de memoria y se llevó la etapa. Promete disfrutar la segunda «con el dorsal puesto y las patas reventadas».

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El cambio de sentido –y los dos kilómetros menos– bajó en nueve minutos el mejor tiempo del año pasado hasta las 4 horas y 37 minutos del primer clasificado. Los corredores que conocían la anterior versión llegaban al ayuntamiento alucinados: «¡Ahora tenemos los Picos de Europa delante!» El retrato importa en esto del trail y el fotógrafo es un explorador en busca del encuadre perfecto, de la foto de salón. Allí pasan los primeros, los que tienen prisa, y las parejas, que se aseguran la instantánea de recuerdo antes de las discusiones por el ritmo, por las fuerzas, por el sol. Porque la última subida lleva al límite las relaciones con uno mismo y con el mundo.

Se la evitó Daniel Castro, un madrileño aceptó en el kilómetro 22 la primera retirada de su vida debido a las molestias por una rotura fibrilar en el gemelo. No fue el único dorsal que llegó a Caín en coche; algunos se dieron el gusto de cruzar la meta como homenaje, animados por el speaker de la rave. La etapa que destrozó piernas no pudo arrebatar sonrisas.

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