El Ademar que hizo a León rey de la Copa

Ademar León a la victoria

Ademar León hay que ganar

Ale León, Ale León, Ale León, Ale León

La afición de un Campeón

Los colores de la bandera

del equipo de nuestra Tierra

es la pasión de nuestro corazón

clamor de la afición de todo León (...)

El himno del Ademar resume como nunca la historia de un gran club, la enseña de un equipo histórico que se ha forjado en los fracasos, y en los éxitos.

Ese equipo que ha sabido levantarse en cada caída, que se ha reivindicado en todo momento, que siempre ha llevado a León por bandera, celebra este jueves una de sus jornadas más épicas.

Es el Ademar que hizo a León rey de la Copa, el conjunto deportivo que coronó a una ciudad en la elite y que se ha reivindicado en cada momento.

Dos décadas atrás el hoy Abanca Ademar logró la Copa del Rey de balonmano ante el Ciudad Real. Fue la épica, la gesta, la nota encomiable. El entorchado permitía al equipo leonés brindar en lo más alto y reivindicar para León un lugar en la cumbre del deporte nacional.

La fecha del 19-5-2002 quedó para la historia y brilla en las hemerotecas. Y aquel día, León retumbó. Fue en esa jornada cuando el entonces Ademar León se proclamó, por primera vez en su historia, campeón de la Copa del Rey al vencer al Ciudad Real por 31-28 gracias a la aportación de Kristian Kjelling, que con 13 goles guió a su equipo hacia el título y recibió el trofeo al mejor jugador de la final.

Manolo Cadenas, entrenador del Ademar, preparó el partido a conciencia -recuerdan las crónicas-, porque, además, no podía sentarse en el banquillo, sancionado tras su expulsión en la semifinal ante el Altea.

Maniató la circulación de balón entre el hoy desaparecido Pérez Canca y sus compañeros de segunda línea y, en ataque, confió en la inspiración de Kjelling y la garra de sus escuderos para mantener a raya al Ciudad Real.

Los manchegos no parecieron sentirse a gusto en todo el primer periodo, sobre todo en defensa, donde no encontraban la fórmula para parar a un Kjelling, que marcó siete goles en ese periodo, algunos de ellos de enorme belleza.

Y, en ataque, como los de Vujovic se agarraron al brazo de Iker Romero para equilibrar el choque, el partido se convirtió en un apasionante duelo de artilleros que hacía fluctuar el marcador un gol arriba o abajo para cualquiera de los dos bandos.

Pero un demarraje del Ademar colocó a los leoneses con la máxima ventaja del encuentro en el descanso, tres goles, una renta idónea para replantearse el partido en la segunda mitad.

En la reanudación, Vujovic recurrió a un mermado Dujshebaev para enmendar la plana y, lo que en principio pareció un suicidio (20-15 en el minuto 7), se transformó en un bálsamo seis minutos más tarde, cuando Ciudad Real empató el partido a 20 gracias a un gol y dos pases decisivos de Dujshebaev.

El partido entró en su fase culminante con un Ademar muy castigado por la fatiga y un Ciudad Real crecido por la remontada, pero con lo que nadie contaba es con que resurgiera el látigo de Kjelling, que con cuatro goles impresionantes en el tramo final dio el título a León.

Fue un partido para enmarcar y para recordar, la evidencia de que incluso en una provincia 'de provincias' las gestas deportivas son posibles.

Para el recuerdo queda la ficha técnica de aquel partido.

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