El Abanca Ademar cae ante un imposible, el Cuenca

El encuentro, con el peor desenlace, comenzó con un intenso intercambio de golpes y Simonet llevando la manija en el partido. Fue increíble el argentino que hizo grandes minutos de balonmano.

Con todo el partido transitaba desde el punto de partida con un 2-4 que obligaba a Manolo Cadenas a un primer parón. La bronca, en ese punto, era descomunal. Cadenas, ya se saba, es tremendo en la arenga y saca pólvora cuando parece imposible.

La reacción llegó de forma inmediata. Un par de arrancadas y todo parecía comenzar de nuevo para ilusión de una grada fiel, que lleva el escudo en el corazón, y que supo estar de nuevo a la altura.

Pero el Cuenta, que venía rabiado por los últimos resultados, reapareció de nuevo. Lidio Jiméne apretaba aún más la defensa, el centro de la línea de retaguardia era un muro de hormigón armado.

Y así el Ademar era incapaz de culminar la remontada. Los extremos aportaban, pero el posicional era casi imposible. Juan Castro recibía golpes por todos los lados y la motivación de los Pizarro y Diego Vera se bastaban para acabar con las intentonas locales.

Marco intentaba penetrar y hacía daño, pero volvía a no ser suficiente para remontar en un Ademar que siempre nadaba contracorriente (15-17 al descanso).

Todo lo ocurrido hasta ese instante del encuentro tenía un punto dramático, pero también esperanzador. Una versión poco aseada del cuadro local aún tenía posibilidades de amarrar por el cuello a su rival, aunque para algo así se precisara casi de un milagro.

Y en la reanudación el intercambio de goles era constante. Los exclusiones no paraban de caer del lado marista. Santista por protestas, David por existir. Aún así, el Ademar sobrevivía. (18-19).

Luego, una falta en ataque extrañísima, una exclusión y cada vez más difícil. El Ademar se negaba a morir. Con el espíritu de Cadenas tatuado en el pecho de sus jugadores todo parecía por jugar cuando el marcador alcanzaba el 22-23, con 13 minutos aún por jugar.

Insistía Juan Castro, ponía tanto empeño que parecía que todo era posible (24-26). Fue otro espejismo. Llegó el 27-29 y a continuación el 27-31 final.

«Las defensas tan intensas nos cuestan muchísimo», reflexionaba Juan Castro a la conclusión del encuentro. «No podemos encajar tantos goles», añadía. Y todo ello mientras Europa se aleja, ahora demasiado.