Las tapinas favoritas de los leoneses

¿Eres más de la tortilla de jamón y queso del Gallinero o de la croqueta de cecina de La Calea? Estas, junto a la famosa sartén de morcilla del mesón Asturleonés o las populares patatas de Las Torres son algunas de las tapas que los leoneses consideran «imprescindibles de probar» para cualquiera que visite la ciudad.

No ha faltado tampoco entre las respuestas de los viandantes del centro de la capital la pizza de El Topo, que con sus vistas directas a la Catedral de León es también la favorita de muchos o la morcilla y sopas de ajo del Gaucho, arrinconado en el Húmedo, un bar «de los de toda la vida».

Algo más alejados del centro, pero no por ello menos relevantes, son La Pole en la Palomera, el favorito de muchos universitarios de la zona, o el clásico Patatas Blas en la zona de Colón con «patatas riquísimas» según apuntan. Tampoco ovidan las rabas de La Payana o los nuggets picantes de El Misericordia.

La tapa, un alimento que acompaña la bebida con un origen tan remoto como polémico. Para muchos, nacieron en los siglos XIII o XIV como una solución práctica para evitar que el vino se contaminara con polvo o insectos, cubriendo las copas con pequeñas porciones de comida, mientras que para otros fue un capricho de la antigua nobleza para evitar que el alcohol causara mareos, acompañándolo de algún alimento.

León es la ciudad con más bares de toda España. Según un informe de la Federación Española de Hostelería y Restauración, León cuenta con 5,03 bares por cada 1.000 habitantes, lo que la posiciona como la ciudad española con más bares por persona, seguida de Salamanca y de Zamora.

Independientemente de su origen, es innegable que las tapas son parte de la gastronomía española y, por ende, de la leonesa, donde han pasado de ser un acompañamiento de la bebida a un acto social con la frase hecha «irse de tapas» que se ha establecido como una actividad de tiempo libre casi diaria.

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