La limonada de vino tinto es uno de los sabores más emblemáticos de la Semana Santa leonesa. Servida fría, aunque sin hielo, «según los más puristas», es el acompañante perfecto para las terrazas llenas de la ciudad, especialmente en lugares tan representativos como la Plaza del Grano. Allí, año tras año, se vive uno de los ambientes más especiales de estas fechas.
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Uno de los grandes clásicos es La Sacristía, regentado por Marcelino Escudero desde el año 2000. Ubicado junto a la Iglesia del Mercado, en pleno corazón de las procesiones, este bar se ha consolidado como un punto de encuentro para cofrades y visitantes.
«Aquí la limonada siempre es de calidad y se sirve con una buena tapina», explica Escudero, que acumula 25 años «al pie del cañón» en Semana Santa.
La limonada se sirve en copa, vaso de tubo, de litro o incluso en jarras para compartir. La demanda es tal que algunos días se rozan los 250 litros vendidos. «Si viene un grupo, piden una jarra y la comparten. Otros la prefieren en vaso de tubo o en copita, según la sed que traigan», cuenta Marcelino.
Aunque él solo ofrece la versión tradicional, reconoce que la limonada blanca también tiene su público. «Está muy rica, lleva años gustando, pero yo no tengo capacidad para servir las dos. La clientela que tengo ya me ocupa todo el espacio y el tiempo», confiesa.
Además, el hostelero destaca que la limonada debe servirse fría, sin necesidad de añadir hielo. «Lo habitual es servirla bien fresca, pero si alguien quiere hielo, se le pone una piedra y listo», añade.
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Frente a la tradición, emerge la limonada blanca, una versión más suave y afrutada que ha conquistado especialmente al público joven. En La Popina, uno de los bares más recientes de la Plaza del Grano, este nuevo sabor ha sido un auténtico éxito. «Este año, la blanca es la joya de la corona», afirma Daniel Restrepo, camarero del establecimiento.
El secreto está en la uva: «Está hecha con uva blanca de León, como Prieto Picudo y Albarín. Cambia el sabor, es más dulce, más suave. Todo el mundo quiere probarla», explica. Solo en un día llegaron a vender 70 litros, una cifra que demuestra el impacto que está teniendo esta nueva versión.
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El choque entre tradición e innovación tiene, además, un componente generacional. Mientras los más mayores siguen fieles a la limonada de vino tinto, los jóvenes se dejan tentar por la novedad.
«La blanca está arrastrando ventas. No sustituye a la roja, pero le compite de tú a tú», reconoce Daniel.
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