Solo hacen falta cuatro ingredientes, aunque uno de ellos es secreto. Azúcar, cacao y cacahuete dan forma al caramelo más típico de León que encuentra su sabor en un producto que nunca ha sido revelado.
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Caramelos Santos lleva casi 80 años comercializando un dulce que ya es un emblema de la provincia. Tanto es así que el producto se ha ido adaptando para que los visitantes que se acercan cada año a León se lleven un pedacito de León en forma de caramelo.
Todo empezó en la calle Joaquín Costa, aunque pudo haber una ubicación anterior mucho más rudimentaria. El Ronchito nacía en 1947, en plena Posguerra, ante la falta de ingredientes para elaborar otros dulces. «Se mezcló el azúcar con el cacahuete y salió el Ronchito», explica Mario Martínez, responsable de la compañía que ahora se levanta en el Polígono Industrial de León.
La sala de máquinas vive un proceso de mantenimiento, por lo que permanece cerrada a la espera de volver a recibir a los trabajadores que siguen haciendo el caramelo «de manera artesanal». «Una máquina no es capaz de homogeneizar los ingredientes como lo hace una persona. Es imposible». Entre cuatro y seis personas, ocho horas al día, van dándole forma hasta fabricar más de un millón de kilos cada año.
La fábrica presume de hacer un dulce «completamente distinto» que ha permitido a León ser la «única» ciudad que tiene un caramelo «propio» y diferente al resto. Aquí también se hacen otros viejos conocidos de los leoneses como los gajos de naranja y limón o los eucaliptos. A ellos se suma el primo, el 'Ronchi' que suma una cobertura de chocolate belga para producir «un bombón espectacular».
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La elaboración del Ronchito es «natural» y empieza por la base de azúcar que se mezcla con el cacahuete y a estos dos se les añade el ingrediente secreto -que en la empresa nunca han desvelado- para darle el baño de cacao final. Después se envuelve y se distribuye por toda España, además de exportarlo a Inglaterra, Francia y Portugal.
El paso de los años no ha transformado a este caramelo típico leonés. En su origen, conseguir colores en los papeles era «más complicado» y parecía más marrón que en la actualidad. «La tipografía sigue siendo la misma, no ha variado absolutamente nada». Tampoco ha cambiado el tamaño, aunque muchos «piensan que ahora es más pequeño».
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En los últimos años, el incremento de visitantes que ha registrado León ha beneficiado a este negocio. «A la gente siempre le gusta llevarse un recuerdo de la ciudad y un recuerdo es el Ronchito». De las bolsas de 10 kilos que comercializaban ahora tienen envases de entre 1 kilo y 95 gramos que facilitan su manejo.
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Noemí Carpintero
Aquellos que aún no hayan descubierto este caramelo leonés se les invita a «morder más que chupar» y descubrir las sensaciones que deja en boca el Ronchito.
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