«Es imposible comer solo una», esta sería la mejor frase para resumir lo que son las Galletas Sahagún de Hierro. Un manjar apto para todas la horas. La sencillez más sabrosa y con el mejor gusto se encuentra en este delicia.
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Tienen consigo una bonita historia, que viene desde la Edad Media cuando los monjes del Real Monasterio hacían sus propios dulces y pan en sus hornos. Para la elaboración de estas galletas, hacían las masas que dividían individualmente en pequeñas bolitas que eran aplastadas entre dos planchas de hierro.
Y así se sigue elaborando en la actualidad, con un proceso manual en el que cada galleta es tratada de forma individual. Estas galletas de hierro son sin duda un pedacito que guarda el sabor de Sahagún y que ningún visitante se marcha sin probar.
Si el olor que regalan en su preparación ya es cautivador su sabor termina de conquistar a cualquier paladar.
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