En León, el croisant también celebra su día internacional

Los domingos son para descansar y la mejor manera de empezar un día de descanso es con un buen desayuno. Sin duda alguna el croisant es uno de los alimentos que hace un buen almuerzo. Esta pieza de bollería de crujiente textura y un particular sabor que compagina con dulce y salado hace que se puede consumir a cualquier hora.

Este domingo se celebra el Día Internacional del Croisant por eso nos hemos venido al obrador de La Masera para que Cesar García nos explique porque el croisant es un producto estrella de cualquier panadería. «El tradicional croisant francés es con sabor a mantequilla y con el gusto de la levaduras quehace que sea muy ligero y crujiente, buscando ese equilibrio de sabores y texturas conseguimos un producto excepcional que desde siempre ha gustado a la gente», explica este maestro del pan

Es un clásico, con su forma tradicional de media luna, aunque ahora está ganando protagonismos el formato recto y lo que también está ganando popularidad son las múltiples variantes que existen. «Los rellenamos con chocolate, frutos secos, les ponemos un toque de mascarpone; en definitiva vas buscando sabores que le den un novedad porque a la gente le gusta probar cosas nuevas, y para eso vas haceidno combinaciones que a veces son muy buenas y otras más arriesgadas que le gustan a menos gente», detalla César.

Desde hace décadas Cesar elabora estos Croisant de manera artesanal ¿pero de este hay algún secreto más ? «Sobre todo investigar y querer hacerlo bien. Aunque tengas una buena receta hay que seguir mejorándola y al final llegas a una formula como nosotros tenemos que a mi me encanta», afirma este panadero.

Podrán pasar los años y vendrán nuevas modas pero el croisant siempre será una buena opción para darse un buen capricho y lo que tampoco cambiará ser el debate de cuál es el mejor croisant. «Al final mis maestros decían: -al gusto del pastelero, si el pastelero tiene gusto-», concluye César.

Aunque no todo el mundo lo sepa, el croissant -o cruasán como defiende la RAE- no es originario de Francia aunque el país galo perfeccionó la receta original de este bollo de hojaldre en forma de luna hasta hacerla propia y convertirla en una seña de identidad gastronómica del país.

El origen de este dulce hay que buscarlo en Viena a finales del siglo XVII, en plena época de batallas imperiales. El poderoso ejército otomano intentaba hacerse con los territorios del imperio austro-húngaro. En el asedio a Viena por parte de los turcos los panaderos vienenses, que trabajaban por la noche, descubrieron algo importante y alertaron al ejército: los turcos estaban excavando túneles bajo las murallas de la ciudad por las noches para entrar sin ser vistos. Esto permitió que los vieneses abortaran el asalto.

Tras la derrota turca, el rey de Polonia y Lituania Juan III Sobiesky encargó a los panaderos la elaboración de unos panecillos con la forma del emblema de los turcos -la media luna- que inmortalizaran la victoria. Con este encargo querían simbolizar la victoria cristiana sobre el ejército otomano, cuyo emblema era la media luna.

Esta, al parecer, no es la única historia del famoso cruasán, aunque sí la más aceptada. Por lo tanto, su forma de media luna, es un símbolo religioso recordar una victoria.