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Nadie se resiste a su sabor y ahora está de aniversario. El carbayón de Camino de Blas cumple 95 años. Su origen se remonta a 1924, cuando el Ayuntamiento confió en esta familia repostera para presentar en la primera edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias (Fidma) un dulce. Con él quería conquistar a los visitantes y lo consiguió.
Tal fue el éxito que hoy en día sigue enamorando tanto a los ovetenses como a los turistas, según relata Paloma de Blas, que desde hace nueve meses ayuda a su padre en la gestión del negocio. Representa la quinta generación en esta preciada confitería.
El proceso de creación del dulce no resulta fácil. Tras muchas pruebas y errores, el maestro José Gutiérrez dio en el clavo creando un pastel compuesto de hojaldre, almendra marcona, yema y azúcar. «La repercusión que tuvo en la Fidma llega a hoy en día y aunque su proceso de elaboración parece sencillo no lo es. Su éxito reside en la calidad de los ingredientes y en el azúcar cristalizado», gracias al que logra ese crujiente que lo hace tan irresistible.
El proceso de elaboración continúa siendo hoy en día artesanal. No se ha variado ni un solo ingrediente de la receta. Se venden tanto en formato individual como por docenas. «En verano llegamos acomercializar cuatrocientos al día y a pesar de que duran veinte días, nosotros los hacemos a diario», cuenta esta joven desde el establecimiento de la calle Jovellanos que mantiene la misma decoración desde su inauguración.
«El origen del negocio se remonta a 1827 en León y en 1914 fue cuando se abrió la tienda de Oviedo. Un año más tarde lo hicimos en Gijón, aunque al poco tiempo lo acabamos traspasando. Pero hace unos cinco años la reabrimos en la calle Covadonga».
El nombre de carbayón se decidió en una reunión en la farmacia Migoya. Allí uno de los asistentes propuso poner esta nomenclatura homenajeando al emblemático roble de la calle Uría, aunque hay quien piensa que el gentilicio se debe a este famoso dulce.
Esta familia ha innovado en los últimos tiempos con su pastel más preciado, confeccionando un carbayón de tamaño pequeño de venta exclusiva para eventos. Su puede adquirir como detalle en bodas, bautizos y comuniones, aunque también hay novios que apuestan por servirlo directamente como postre. «El carbayón tradicional es el grande, pero hemos conseguido que el pequeño tenga un sabor semejante y esta era una de nuestras de nuestras prioridades».
Ahora, la familia de Blas espera que cumpla otros noventa y cinco años.
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