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Dueño del restaurante Ezequiel en Villamanín. Sandra Santos
Nos vamos de bares

El imperio gastronómico que cumple 80 años en la montaña de León

Ezequiel, el histórico establecimiento de Villamanín, mantiene intacta su esencia mientras conquista nuevos territorios

Viernes, 6 de junio 2025, 08:23

Hablar de Ezequiel es hablar de tradición, de abundancia, de calidad… y de familia. Desde su ubicación original en Villamanín, este establecimiento se ha convertido en una parada obligada para generaciones de leoneses y asturianos.

Un punto de encuentro donde el embutido se transforma en símbolo, y la cocina en legado. Fundado en 1945 por Amador e Inés, ganaderos trashumantes que plantaron su sueño frente a la estación de tren, hoy sigue vivo en manos de su hijo, Ezequiel, y ya da paso a la tercera generación.

Del mostrador a la mesa

En sus inicios, Ezequiel no era más que un pequeño negocio de embutidos. Pero el boca a boca y la calidad del producto hicieron que el espacio se quedara pequeño.

«El mismo origen que tenían es el que seguimos manteniendo ahora»

Ezequiel

Con el tiempo, se ampliaron comedores y se integró la hostelería como una extensión natural de su actividad cárnica. «El mismo origen que tenían es el que seguimos manteniendo ahora», explica Ezequiel, orgulloso de continuar con la filosofía de sus padres.

La clave de su éxito está en tres pilares: cantidad, calidad y tradición. Cada ración es generosa, cada producto está cuidadosamente seleccionado, y todo se elabora siguiendo métodos artesanales.

Imágenes del restaurante Ezequiel en Villamanín. Sandra Santos.
Imagen principal - Imágenes del restaurante Ezequiel en Villamanín.
Imagen secundaria 1 - Imágenes del restaurante Ezequiel en Villamanín.
Imagen secundaria 2 - Imágenes del restaurante Ezequiel en Villamanín.

La fabricación propia de embutidos permite mantener precios estables y ofrecer tapas de producto propio incluso con una simple consumición. «La gente lo agradece. Prueba y repite», asegura.

Mucho más que embutido

Aunque el embutido es la joya de la corona, la carta de Ezequiel va mucho más allá. El cocido leonés, las fabadas y un pulpo que nació casi por accidente, gracias a la idea de una cocinera en los inicios del restaurante, han conquistado a los comensales y se han quedado como parte esencial del menú.

En carnes, el lechazo es protagonista. En pescados, la variedad sorprende. Y todo esto con un servicio que es tan importante como la cocina. «Nuestros empleados son la pieza clave. Sin ellos, esto no tendría sentido», afirma Ezequiel. Muchos de los camareros llevan años trabajando en el establecimiento, y la empresa fomenta un ambiente en el que se escucha y se valora la aportación de cada uno.

Expansión con raíces

Actualmente, Ezequiel cuenta con tres establecimientos en la ciudad de León y ha dado el salto a Madrid de la mano de la hija mayor de Ezequiel.

Imagen del interior del establecimiento. Sandra Santos

Allí, el formato combina tienda de embutidos con un espacio de degustación. «Está funcionando muy bien. Estamos muy contentos. Es la misma idea, el mismo producto, la misma esencia», dice el patriarca.

Una empresa familiar que mira al futuro

Aunque el negocio se ha diversificado, la estructura sigue siendo familiar. Las hermanas de Ezequiel gestionan los espacios en León, mientras que la siguiente generación ya empieza a hacerse un hueco. «El origen está aquí, en Villamanín, con la fábrica grande de embutidos. Y eso tiene que seguir así. Esa es nuestra base y la respetamos», remarca.

Imagen del interior del establecimiento. Sandra Santos
Imagen principal - Imagen del interior del establecimiento.
Imagen secundaria 1 - Imagen del interior del establecimiento.
Imagen secundaria 2 - Imagen del interior del establecimiento.

Con ocho nietos en camino de aprender el oficio, Ezequiel mira al futuro con optimismo y gratitud. «Esperamos que sigan así, llevándose bien entre ellos, que eso es la base de todo esto. Lo demás, se aprende con el tiempo.»

Ocho décadas después, lo que empezó frente a una estación de tren sigue siendo un motor de identidad, sabor y unión en la montaña leonesa. «En la familia está el secreto», confiesa.

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