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cecilia cuerdo
Jueves, 7 de noviembre 2019, 12:06
Si el lector suele mensajearse por correo electrónico o aplicaciones para móvil con conocidos y amigos, es probable que haya recibido en alguna ocasión un zasca o respuesta cortante. Que haya quedado para ir a tomar un brunch los fines de semana, o incluso, si ... su entorno es gente de posibles, que le inviten a conocer el casoplón que ha adquirido alguno de ellos, salvo que sea usted un sieso o un borde. Y en ningún caso alguien le podrá reprochar que no use el castellano con corrección, ya que tras años incorporados al habla de los 580 millones de hispanohablantes acaban de ser incluidos en el Diccionario de la Lengua Española, que alcanza ya su 23º edición.
Todas esas palabras son algunas de las 1.100 novedades presentadas este jueves por Santiago Muñoz Machado, presidente de la Real Academia de la Lengua (RAE) y Paz Battaner, directora del Diccionario, con motivo de la celebración en Sevilla del Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). Y es que, como se encargaron de recordar durante la presentación, todas ellas son fundamentales a la hora de darle el visto bueno a algún nuevo término o acepción.
Cuando una palabra empieza a cobrar vida en el vocabulario español, primero se documenta en textos escritos (los académicos siguen teniendo preferencia por el papel antes que la oralidad) para comprobar que está asimilada fácilmente en el uso de los hablantes, y posteriormente se remite al resto de las academias a uno y otro lado del Atlántico para que cada una haga sus valoraciones, matizaciones y comentarios.
Ya de vuelta a la sede de la Rae, tiene que haber acuerdo total antes de su inclusión, resaltaron Muñoz Machado y Battaner. «A veces es un proceso que se alarga en el tiempo, necesariamente», explica la responsable del diccionario, método que tienen los académicos para certificar que no es una palabra efímera y que, sí, merece la categoría de entrar en el catálogo de palabras oficiales del español. Mucho de eso es lo que ha ocurrido con algunos de los nuevos términos, un total de 229, incorporados por vez primera al diccionario.
Es el caso brunch, o de arboricidio (tala indiscriminada de árboles), pero también de antitaurino o centrocampismo como táctica de juego y de expresiones coloquiales como cumplemés, bordería, o incluso algunas tan remotas en el tiempo como brochure (folleto impreso), brioche, beatlemanía o annus horribilis, esta última «de moda hace unos años pero que se incorpora ahora».
También hay lugar para palabras propias de algunas regiones de España, como casteller (las personas que forman las torres humanas tan típicas de Cataluña) o los términos apá y amá para definir cariñosamente al padre y la madre, y que pese a que su uso está reducido en la península al País Vasco, está muy extendido en regiones de Sudamérica como Chile, Colombia, Costa Rica México o Guatemala.
Los académicos se han esforzado además por adaptar el texto a los nuevos tiempos, modificando algunas definiciones en las que se hablaba de «hombre que» protagoniza o realiza algo por el más igualitario «persona que». Y ha entrado de lleno en polémicas como la que envuelve a la homeopatía, ya que en su definición deja de ser un 'sistema curativo' para convertirse en una 'práctica'. Llama la atención también el cambio en la definición de Biblia, que ahora define al «conjunto de Escrituras Sagradas formado por el Antiguo y el Nuevo Testamento, de las cuales el Antiguo Testamento es común a judíos y cristianos, y el Nuevo Testamento es aceptado solo por los cristianos».
En total, la RAE ha incorporado al nuevo diccionario 284 enmiendas de acepción como éstas, mientras que las adiciones de acepción se elevan a 88. Algunas de ellas típicamente americanas, como aplicar, entendido como 'presentar una solicitud oficial para algo'.
«Se han incorporado muchos americanismos, señal de cómo se trabaja para incorporar el español de ambos lados», subrayó Muñoz Machado. Pero también españolismos que estaban en el lenguaje ordinario pero sin rango oficial, como ocurría con sieso, que ahora se define también como 'desagradable, antipático, desabrido'.
Todas las modificaciones están ya disponibles para que los hablantes las consulten en la versión electrónica o digital del Diccionario, que en su 23º edición alcanza ya la tercera actualización.
'Casoplón' para hablar de una gran vivienda de lujo.
'Brunch' ese 'medio desayuno-medio cena' tan de moda últimamente.
'Zasca' para referirse al corte verbal rápido y contundente que deja sin argumentos al otro en una disputa verbal.
'Bordería' tan utilizada cuando alguien contesta o se refiere a otro con un tono cortante o despectivo.
'Mensajear' la palabra reina de las relaciones sociales en la época de internet. Comunicarse por medio de mensajes escritos a través de un teléfono.
'Beatlemania' un reconocimiento a un fenómeno con pasado, presente y futuro.
'Antitaurino' que reconoce a quienes se oponen a las corridas de toros.
'Arboricidio' que denuncia el daño a la Naturaleza.
'Sieso' que describe a quienes son poco simpáticos.
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