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Carlos Areces M. Fiestas
«Me gustaría una casa en una montaña en Callao, a lo villano de James Bond»
Carlos Areces, actor

«Me gustaría una casa en una montaña en Callao, a lo villano de James Bond»

El actor madrileño es uno de los protagonistas de la serie 'El pueblo', que se emite los lunes en Telecinco en 'prime time'

José A. González

Madrid

Lunes, 20 de septiembre 2021, 00:20

Carlos Areces (Madrid, 1976) da vida a Juanjo, un urbanita amante del pelotazo millonario, en 'El pueblo'. «Es perseverante», detalla a este periódico. Una cara conocida, porque también se le puede ver en 'La que se avecina' dando vida a Agustín y a las múltiples ... personalidades de este personaje que ya es uno más del clan de Montepinar. Ahora se embarca en la nueva temporada de 'El pueblo' que se emite los lunes en Telecinco en 'prime time'.

–La serie muestra cómo es la vida en un pueblo español de interior. ¿Es tan dura?

–El pueblo sale tal cual. Lo único que por cuestiones estéticas y tal, a lo mejor hay un par de casas que son un poco más modernas, pero el pueblo es tal cual, es más, es tan tal cual que nosotros vivimos en casas que a menudo son decorados de la ficción.

–¿Se ha tenido que adaptar al medio, tal y como hace su personaje?

–Bueno, los interiores de las casas no son tan dramáticos como vemos en la ficción. En la parte de arriba, donde estamos viviendo los actores o parte del equipo de dirección son más normales. La parte de abajo está todo atrezado y es lo que se ve en la serie: más rústicas y, a veces un poco cutres. Solo hay una en la que no vive nadie y es el chamizo de 'El ovejas' y por cuestiones obvias (risas). Es insalubre, completamente, con todos esos morcones y chorizos, que son auténticos, y no veas cómo huele.

–Juanjo tiene sus particularidades, ¿con qué se quedaría de su peculiar personalidad?

–Es un tipo que no cede al desaliento. Es un personaje ruin, es mezquino y lo que quiere es trepar por encima de todo y le da igual quien caiga por el camino. Pero lo que no se puede negar es que cada vez que se cae, se levanta. Es algo que yo no tengo, me desanimo mucho más fácilmente. En el abismo todavía encontramos luz y en Juanjo es eso.

–Junto con 'El pueblo' también le estamos viendo en 'La que se avecina' con Agustín. Dos personajes totalmente distintos, se tiene que volver loco...

–Hubo un 'crossover' entre las dos series, a mi me dio pena que no hicieran coincidir a Agustín y a Juanjo, pero fue por coherencia lineal. Me hubiera gustado que se encontraran, porque sería una situación realmente absurda. Es más, yo también añadiría a mi primer personaje, el conserje que llegó a Montepinar y que se llamaba Patricio. Dejando volar la imaginación… estaría bien que descubrieran que eran gemelos separados al nacer.

–Le tocan siempre personajes muy particulares, ninguno normalito.

–No, no tengo ninguno normalito. El más normal es Agustín, cuando no tiene sus personalidades activas. Después de la primera temporada de Agustín, pensé que lo de los personajes iba a ir remitiendo y se iba a quedar con su personalidad neutra, pero parece que estaba bastante equivocado porque cada vez tiene más (risas).

–Volviendo a 'El pueblo', ¿cuáles son los planes de Juanjo para esta segunda temporada?

–Son los mismos de siempre: hacerse rico por la vía fácil. Sí puedo contar que Juanjo piensa que un campamento infantil es buena idea para sacar dinero, voy a dejarlo ahí.

–Y Carlos… ¿es más de pueblo o de ciudad?

–Siempre había dicho que era más de ciudad, absolutamente urbanita y, además, de pleno centro. Pero he descubierto que tengo un dualismo en mi interior, porque he sido tan feliz los fines de semana, cuando me quedaba yo solo en el pueblo, rodeado de montañas y con mis libritos. He sido tan feliz, alejado de la gente que me ha hecho replantearme dónde quiero vivir. Lo que pasa es que tengo un gran problema y es que yo no conduzco, con lo cual tampoco puedo irme muy lejos (risas). Pero lo cierto es que es un estado absolutamente feliz y rodeado de montañas y lejos de la gente. Eso sí, lo que tengo claro es que, si vivo en ciudad, me quedo en el centro.

–Es de contrastes.

–Lo que más me gustaría es poder combinarlas y tener una casa en lo alto de una montaña en Callao (Madrid). Sería muy de villano de James Bond. Me construiría una ciudad por las azoteas de los demás, tapando el sol al resto y solo para mí. Bueno, pondría unos cuantos figurantes para que no sea aburrido (risas).

–Esto es un poco una idea de su personaje Juanjo, ¿no?

–(Risas). Sí, es que el personaje me estaba fagocitando. He descubierto que tengo más cosas en común con él de las que me hubiera gustado. Pero no tiene sentido negárselo, cuanto antes acepte mis defectos, más en armonía viviré conmigo mismo.

–Y, por último, es usted actor, humorista, dibujante, apasionado de los tebeos. ¿Con cuál de las tres se queda?

–Nunca me he sentido humorista porque yo no tengo un espectáculo propio y genero contenido cómico. Es verdad que la mayoría de las cosas que hago están relacionadas con el humor, pero por norma general las escriben otros, para mi es circunstancial. Más actor, quizá, eso elegiría.

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